domingo, 9 de diciembre de 2012

Un jugador de leyenda




















El transcurrir del tiempo convierte a los grandes en leyendas que perduran a los avatares de la vida en un lugar preferente de la mitología. El paso de los años puede hacer que pierdan actualidad, pero nunca morirá el recuerdo que han dejado sus hazañas.

Ha transcurrido medio siglo desde que un jugador de 16 años comenzó a asombrar vestido con la camiseta azul de la Sociedad Deportiva Teucro. Aquel chaval apodado ‘Tito’ estaba considerado como un portento físico gracias a su poderoso brazo izquierdo. Fue uno de los numerosos jóvenes a los que otra leyenda, el profesor Manuel Corrochano introdujo en el mundo del deporte, en concreto en el balonmano, pero también en el atletismo; no en vano llegó a ser campeón de lanzamiento de jabalina en el sector provincial de los Juegos Escolares disputados en Vigo.

Un lugar en la gloria lo tenía reservado a través del balonmano, en el que, en relativamente poco tiempo, fue erigiéndose en un mito, elevado a categoría de leyenda con el paso de los años. Como zurdo jugó en el lateral derecho, en el que se convirtió en una pieza fundamental para la SD Teucro. Algunos viejos aficionados recuerdan que valía la pena presenciar un partido del equipo pontevedrés tan solo por verlo a él, aunque en aquel conjunto había otros grandes como Sansilvestre, Pepe Vilas -que estaba en el final de su trayectoria deportiva- o Portas.

El Vergel, primero; la pista de Arzobispo Malvar, posteriormente, y el Pabellón Municipal, por último, fueron los lugares en los que Tito Area fue agradando su leyenda. Su irrupción en el equipo generó asombro. Llegó a ser considerado como el mejor jugador de la provincia de Pontevedra en una SD Teucro a la que una sanción en 1965 condicionó su trayectoria y también la de los jugadores.

La Federación Provincial decidió castigar duramente al Teucro al no presentarse en un partido en Vigo contra el Vulcano como protesta por una resolución del Comité de Competición tras un Teucro-Coral. La directiva decidió retirar al equipo de la liga y anular la actividad. En pleno conflicto, Tito Area junto a Sansilvestre y Portas acudieron a la convocatoria de la selección provincial para participar en la Copa Generalísimo, por lo que fueron expulsados de la sociedad deportiva. El lateral buscó cobijo en el Club Tronco, al que entrenaba Curro Volta, que disputaba sus encuentros en la pista polideportiva del Poblado de Celulosas.

El ‘exilio’ duró una temporada, ya que en la 66-67 regresó a un Teucro que volvía a los torneos oficiales. Fue una campaña clave. Sus cualidades no fueron obviadas por el seleccionador nacional Domingo Bárcenas, que decidió incluirlo en la lista de doce jugadores que del 4 al 12 de febrero de 1967 disputaron en Holanda el primer Campeonato del Mundo júnior. El debut de Tito Area se produjo ante Bélgica en un partido en el que aportó tres goles en la victoria española por 31-4 contra los belgas.

El 2 de octubre de ese año se le plantea la gran oportunidad de su vida. El Granollers, en aquel momento el mejor equipo de España, intenta hacerse con sus servicios. Le hace una interesante oferta, pero a Area, que tenía 20 años, no le apetece marcharse de Pontevedra y le pide doscientas mil pesetas al club vallesano, que finalmente se olvida de sus servicios.

Dos años después lo que sí acepta es la propuesta del Vulcano, que acaba de ascender a la División de Honor. El gran rival del Teucro por el cetro el balonmano gallego llevaba tiempo intentando hacerse con sus servicios. Area es pieza clave en el cadro vigués, en el que permanece hasta que en septiembre de 1971, con la liga de la máxima categoría ya empezada, el equipo olívico desaparece y regresa a un Teucro que comienza a forjar una gran plantilla. El lateral es fundamental en un equipo que en la temporada 72-73 convierte en realidad el sueño de ascender a la División de Honor, un conjunto formado por jugadores de la provincia que, de la mano de Juan Luis, asombra en España. Es la época de máximo esplendor.

Area permaneció en el Teucro hasta el final de la temporada 79-80. 15 campañas consecutivas para un jugador que llegó al club con 16 años y que lo abandonó de manera definitiva con casi 34. Se retiraba de esa manera uno de los grandes del balonmano gallego. Un mito que forjó su fama gracias a su calidad, su esfuerzo y sacrificio y en el que perfectamente podía haberse inspirado Loquillo cuando escribió en ‘Memorias de jóvenes airados’. Aquello de "nosotros, que somos los de entonces… marcamos la diferencia sin haceros reverencia", porque la reverencia continua debe ser a alguien que vistiendo una camiseta azul, luciendo un brazo prodigioso y la afición por bandera, rompió los límites de la lógica para reivindicar que los mitos proceden de cualquier lugar.