domingo, 22 de marzo de 2015

20 años de una hazaña















El 25 de mayo de 1995 el Rías Baixas se convertía en el tercer equipo gallego en competir en la mejor liga del mundo de fútbol sala


«LA PÁGINA que hemos escrito continuará siendo recordada dentro de 20 años porque ha significado un hito histórico dentro del fútbol sala de la provincia». La frase fue pronunciada, precisamente hace casi dos décadas, por una de las personas claves en un hito del deporte pontevedrés, el ascenso a la mejor liga del mundo de fútbol sala del Rías Baixas.

El tiempo ha transcurrido y este miércoles se cumplirá la cantidad de años de los que hablaba Jorge Alberto García, entrenador del conjunto pontevedrés que hacía historia en la noche del sábado 25 de marzo al lograr matemáticamente el ascenso -todavía quedaban cuatro jornadas para la conclusión del campeonato liguero- tras derrotar en su propia pista al Candesa.

20 años después los protagonistas de la hazaña –solo faltaron Marcos, Fabián y Rodri- volvieron a juntarse junto al cuerpo técnico y alguno de los dirigentes del club. Hasta el pasado jueves nunca volvieron a estar todos juntos porque al final de esa temporada, incluso antes, algunos describieron caminos diferentes. En la actualidad, la mayoría de ellos están alejados del deporte que les tenía reservado una página inolvidable porque se consumía un resultado que se había transformado en un sueño.

En la noche del sábado 25 de marzo de 1995, el Rías Baixas escribía en Cantabria la que era hasta aquel momento la página más importante de sus 20 años de existencia. A falta de cuatro jornadas para la conclusión de la liga regular, su victoria (5-6) sobre el Candesa le daba matemáticamente el derecho a medirse, la campaña siguiente, a los grandes de este deporte, que a partir de aquel entonces ya no vendrían a la ciudad del Lérez a disputar torneos amistosos (como el caso de El Pozo, Chaston o Macer FS) sino a jugar partidos de la mejor competición ‘doméstica’ del mundo.

La consecución del ascenso a falta de cuatro jornadas demuestra la espectacular trayectoria de un conjunto pontevedrés que permaneció 16 partidos consecutivos sin conocer el amargo sabor que genera una derrota. De la mano de Jorge Alberto García Argibay, que esa temporada había vuelto al banquillo de un conjunto en el que en el ejercicio 89-90 había llevado al tercer puesto de la División de Honor de la FEFS, se convirtió en el mejor equipo de la División de Plata, que estaba compuesta por dos grupos de 14 formaciones cada uno, en la que  ascendían los campeones y los clasificados del segundo al quinto puesto disputaban el play-off. Un hecho que significaba una modificación en el sistema de competición con respecto a la temporada anterior en la que el Vijusa Valencia le había dejado sin el anhelado cambio de categoría.

El equipo había ganado en experiencia y eso se notaba. El bloque principal de la plantilla se mantenía y se reforzaba con la incorporación de cuatro jugadores, especialmente dos (Óscar Ordóñez y Javi Arnau, viven en Elche y Valencia respectivamente y el jueves estuvieron en Pontevedra) que estaban llamados a ser determinantes, y que así lo fueron, especialmente el primero de los mencionados, que procedía del Coelca Toscal canario después de haberse formado en el Macer de Almazora (posteriormente Playas de Castellón), mientras que Arnau era un cierre que había militado en el Super G de Denia después de hacerlo en el Almazora y en el Valencia Vijusa. Las otras altas fueron Rodri y Fabián.

Las bajas habían sido tres: Sebas, Edu y Viero, que había dejado la práctica activa del fútbol sala para convertirse en el ayudante de un Jorge Alberto García que cuatro años después regresaba al Rías para sustituir a José Suárez, quien tras ocupar el puesto de Paco Presas, llevó al Rías a disputar el play off y la fase final de la Copa. Los cuatro fichajes se incorporaron a un equipo que mantenía a Néstor y Carlos Márquez ‘Chenlli’ como porteros. Beto (está afincado en A Estrada) y Carlinhos (hace varios meses regresó a Pontevedra para quedarse a vivir aquí) formaban la pareja de extranjeros. Dos jugadores determinantes, sobre todo el primero, porque marcaba diferencias en una categoría que comenzaba a quedarse pequeña hasta tal extremo que, tras la consecución del ascenso, fue cedido al potentísimo Caja Castilla La Mancha Talavera de División de Honor, mientras que su compañero al Adelanto de Salamanca. Marcos Ferreira, Julio Delgado, Pedro Iglesias, Viti y Alberto Tenorio completaban la columna vertebral. 
Desde la primera jornada, el Rías dejó claras sus intenciones.  El paso de los encuentros lo convirtió en el conjunto a batir. Solamente el Xota Diario de Noticias (actualmente Magna Navarra de la División de Honor) era capaz de seguir su estela. El encuentro contra los pamplonicas, el 4 de marzo en el CGTD, significó un punto de inflexión. El triunfo convertía el ascenso en algo que se iba a producir tarde o temprano. Así fue, porque tres confrontaciones después, los pontevedreses tenían la primera oportunidad de conseguirlo, y no fallaron.

Fue un partido intenso y muy igualado porque los cántabros estaban luchando por la permanencia. El Rías remontó el gol inicial de su adversario para ponerse 1-3 en el marcador gracias a los tantos de Óscar, Beto y Julio.

Los santanderinos redujeron distancias para ponerse con 2-3, aunque un nuevo tanto de Julio (vive en Burela) colocó el 2-4 que dio paso al empate a cuatros del Candesa, que Beto rompió para lograr el 4-5. Volvió a igualarse la confrontación a cincos y, a poco para la conclusión del choque fue uno de los dos únicos lerezanos del equipo, Pedro Iglesias, el que dio un histórico triunfo.

El ascenso fue el primero logrado por un equipo de la provincia de Pontevedra a la División de Honor de la LNFS y el segundo de un club gallego tras el Academia Postal (el Chaston no llegó a ascender porque compitió en la categoría como uno de los fundadores de la LNFS). Un hito que era un sueño resumido en una frase muy elocuente pronunciada por Isidro Otero 48 horas después del cambio. «El ideal que me planteé hace 20 años lo he conseguido» para después mirar el futuro con prudencia porque sabía lo que venía encima. «Tenemos los pies en el suelo y sabemos lo que nos espera, puesto que son muy pocos los elegidos». Meses después abandonó el barco dejando la presidencia en manos de Juan Chaves.

El logro fue la culminación de una temporada excepcional, aunque dos meses antes el Rías había conseguido la Copa de Plata y después ponía la guinda a la temporada con el triunfo en la final de la Copa de Campeones ante el Ceuta. Aquel Rías confirmó que los sueños se pueden hacer realidad.

El ascenso dio paso a un ciclo de cinco años en la División de Honor, en la que llegó a disputar un play-off por el título en el ejercicio 98-99 y también la Copa de España. Un lustro en el que pasaron por el Municipal los mejores jugadores del mundo como Carosini o Paulo Roberto. Un lustro para no olvidar nunca.

20 años y con la añoranza de la orfandad de no disponer un conjunto masculino en las dos primeras categorías del fútbol español, los héroes de aquel logro recordaron las vivencias de una temporada que nunca olvidarán porque el tanguero de los tangueros, Carlos Gardel, cantaba que 20 años no son nada, pero en un mundo con poca memoria, 20 años son una eternidad.