domingo, 9 de diciembre de 2012

Un jugador de leyenda




















El transcurrir del tiempo convierte a los grandes en leyendas que perduran a los avatares de la vida en un lugar preferente de la mitología. El paso de los años puede hacer que pierdan actualidad, pero nunca morirá el recuerdo que han dejado sus hazañas.

Ha transcurrido medio siglo desde que un jugador de 16 años comenzó a asombrar vestido con la camiseta azul de la Sociedad Deportiva Teucro. Aquel chaval apodado ‘Tito’ estaba considerado como un portento físico gracias a su poderoso brazo izquierdo. Fue uno de los numerosos jóvenes a los que otra leyenda, el profesor Manuel Corrochano introdujo en el mundo del deporte, en concreto en el balonmano, pero también en el atletismo; no en vano llegó a ser campeón de lanzamiento de jabalina en el sector provincial de los Juegos Escolares disputados en Vigo.

Un lugar en la gloria lo tenía reservado a través del balonmano, en el que, en relativamente poco tiempo, fue erigiéndose en un mito, elevado a categoría de leyenda con el paso de los años. Como zurdo jugó en el lateral derecho, en el que se convirtió en una pieza fundamental para la SD Teucro. Algunos viejos aficionados recuerdan que valía la pena presenciar un partido del equipo pontevedrés tan solo por verlo a él, aunque en aquel conjunto había otros grandes como Sansilvestre, Pepe Vilas -que estaba en el final de su trayectoria deportiva- o Portas.

El Vergel, primero; la pista de Arzobispo Malvar, posteriormente, y el Pabellón Municipal, por último, fueron los lugares en los que Tito Area fue agradando su leyenda. Su irrupción en el equipo generó asombro. Llegó a ser considerado como el mejor jugador de la provincia de Pontevedra en una SD Teucro a la que una sanción en 1965 condicionó su trayectoria y también la de los jugadores.

La Federación Provincial decidió castigar duramente al Teucro al no presentarse en un partido en Vigo contra el Vulcano como protesta por una resolución del Comité de Competición tras un Teucro-Coral. La directiva decidió retirar al equipo de la liga y anular la actividad. En pleno conflicto, Tito Area junto a Sansilvestre y Portas acudieron a la convocatoria de la selección provincial para participar en la Copa Generalísimo, por lo que fueron expulsados de la sociedad deportiva. El lateral buscó cobijo en el Club Tronco, al que entrenaba Curro Volta, que disputaba sus encuentros en la pista polideportiva del Poblado de Celulosas.

El ‘exilio’ duró una temporada, ya que en la 66-67 regresó a un Teucro que volvía a los torneos oficiales. Fue una campaña clave. Sus cualidades no fueron obviadas por el seleccionador nacional Domingo Bárcenas, que decidió incluirlo en la lista de doce jugadores que del 4 al 12 de febrero de 1967 disputaron en Holanda el primer Campeonato del Mundo júnior. El debut de Tito Area se produjo ante Bélgica en un partido en el que aportó tres goles en la victoria española por 31-4 contra los belgas.

El 2 de octubre de ese año se le plantea la gran oportunidad de su vida. El Granollers, en aquel momento el mejor equipo de España, intenta hacerse con sus servicios. Le hace una interesante oferta, pero a Area, que tenía 20 años, no le apetece marcharse de Pontevedra y le pide doscientas mil pesetas al club vallesano, que finalmente se olvida de sus servicios.

Dos años después lo que sí acepta es la propuesta del Vulcano, que acaba de ascender a la División de Honor. El gran rival del Teucro por el cetro el balonmano gallego llevaba tiempo intentando hacerse con sus servicios. Area es pieza clave en el cadro vigués, en el que permanece hasta que en septiembre de 1971, con la liga de la máxima categoría ya empezada, el equipo olívico desaparece y regresa a un Teucro que comienza a forjar una gran plantilla. El lateral es fundamental en un equipo que en la temporada 72-73 convierte en realidad el sueño de ascender a la División de Honor, un conjunto formado por jugadores de la provincia que, de la mano de Juan Luis, asombra en España. Es la época de máximo esplendor.

Area permaneció en el Teucro hasta el final de la temporada 79-80. 15 campañas consecutivas para un jugador que llegó al club con 16 años y que lo abandonó de manera definitiva con casi 34. Se retiraba de esa manera uno de los grandes del balonmano gallego. Un mito que forjó su fama gracias a su calidad, su esfuerzo y sacrificio y en el que perfectamente podía haberse inspirado Loquillo cuando escribió en ‘Memorias de jóvenes airados’. Aquello de "nosotros, que somos los de entonces… marcamos la diferencia sin haceros reverencia", porque la reverencia continua debe ser a alguien que vistiendo una camiseta azul, luciendo un brazo prodigioso y la afición por bandera, rompió los límites de la lógica para reivindicar que los mitos proceden de cualquier lugar.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Profesor de personas

El nadador americano Matt Biondi -ganador de once medallas olímpicas, de las cuales ocho son de oro- dejó una frase para la posteridad: «Hay demasiado énfasis en el éxito y en el fracaso y muy poco en cómo la persona progresa a través del esfuerzo. Disfruta del viaje, disfruta cada momento y deja de preocuparte por la victoria y la derrota». Estas palabras, pronunciadas después de subirse cinco veces a lo más alto del podio en los Juegos de 1988, resumen perfectamente el pensamiento de un pontevedrés de corazón que dedicó toda su vida a formar a personas a través del deporte: Manuel Corrochano Gálvez.

En una España en la que apenas había de nada, aunque sí mucha tristeza y hambre, este pontevedrés utilizó el deporte para hacer una mejor juventud, a la que siempre consideró el motor de la sociedad, por ello probablemente le dedicó sus esfuerzos, porque no solamente fue un maestro de la educación física, -por aquel entonces, gimnasia-, sino de la vida. El bastón en el que sus alumnos podía apoyarse y el cómplice necesario para hacer realidad sus sueños de mayores.

Les enseñó a sus alumnos que a través del esfuerzo y de la implicación se puede conseguir todo aquello que uno se proponga. Por ello, es posile que cuando le hicieron un homenaje en 2007 con motivo del cincuenta aniversario de la victoria del Instituto en los Juegos Escolares, hablara con emoción de los que formaron parte de aquellos equipos. «Eran unos chavales comprometidos, disciplinados y con una enorme capacidad de sacrificio», confesó.

Medio siglo antes, Pontevedra había acaparado la atención deportiva de España porque su instituto hacía historia al proclamarse campeón nacional de gimnasia educativa en el transcurso de los Juegos Escolares, cuya fase final se celebró en Madrid, como era habitual.

Un año antes (1956) el Instituto ya había dado un aviso serio al ser el primer centro público en lograr la clasificación para la fase final y alzarse con un espectacular segundo puesto. En 1957 la hazaña se vio culminada porque el conjunto de la ciudad del Lérez, dirigido por el profesor Manuel Corrochano, lograba el título en la modalidad de gimnasia educativa, pero el éxito se ampliaba con la tercera plaza en balonmano y el segundo en la clasificación general absoluta.

Lograr el título en los Juegos Nacionales ya era de por sí un éxito espectacular, pero que lo consiguiese un instituto considerado como pequeño, y público, hacía que el resultado alcanzase la categoría de hazaña. Debido a la poca cantidad de alumnos, muchos de ellos tenían que participar en más de una modalidad. «La mayoría hacíamos gimnasia educativa y balonmano o baloncesto», reconocía hace unos años Pepe Vilas, uno de los alumnos aventajados de Manuel Corrochano y todo un portento físico. El resultado es un claro ejemplo de la importancia que el deporte tenía en el Instituto y en Pontevedra gracias a este profesor que era mucho más que un ‘enseñador’ de lecciones.

El título en los Juegos Escolares está considerado, en la memoria de la ciudad, como el primer gran éxito, a nivel colectivo, del deporte pontevedrés, ya que el Pontevedra Club de Fútbol todavía no había empezado su espectacular ascenso hacia la élite, mientras que la Sociedad Deportiva Teucro era una entidad que prácticamente daba los primeros pasos de su vida.

El legado de Manuel Corrochano no solo son aquellos logros con el Instituto, aunque resumen perfectamente su trayectoria académica por lo que significaron. La pasión por el deporte y los jóvenes hizo que se involucrase en todas aquellas acciones que consideró adecuadas para mejorar la sociedad. Su trabajo no se ciñó únicamente al aspecto educativo sino también a la gestión, ya que durante mucho tiempo fue el responsable provincial de Deportes.

Fue una persona clave para dos clubes, especialmente. El primero de ellos, la Sociedad Deportiva Teucro, porque en 1958, junto a Germán de la Iglesia y Rafael Vázquez, refundó la entidad que había nacido en 1945. Fue su presidente hasta septiembre de 1959, cuando fue sustituido por Manuel Malvar.

Su gran obra fue la creación en 1964 del Club Cisne, en aquella época una entidad polideportiva que tenía las secciones de atletismo, baloncesto, voleibol, piragüismo y balonmano, que a la postre fue su gran referencia. A éste dedicó gran parte de su vida, por no decir toda hasta su muerte en 2011, porque aunque la presidencia de la sociedad la dejó en el primer lustro de los ochenta, siempre estuvo unido a la misma.

Su tenacidad y sabiduría dejaron otra huella en la ciudad con el Estadio de la Juventud, del que fue uno de sus ‘padres’ y director durante muchos años. Una de sus obsesiones era conseguir que Pontevedra contase con unas instalaciones deportivas adecuadas, de las que carecía en la década de los sesenta, por lo que consiguió los apoyos necesarios para que lo que ahora es el Centro Galego de Tecnificación Deportiva fuera inaugurado en 1968.

Con su muerte, en 2011, Pontevedra dijo adiós a una parte de su historia deportiva, porque Manuel Corrochano Gálvez no solamente fue un gran profesor de educación física, sino un extraordinario profesor de personas.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Los Juegos que no inspiraron a Londres

En los prolegómenos de los Juegos de la XXX Olimpiada, Londres vivía tan preocupado por el desarrollo del magno acontecimiento como por el legado que dejarían en una ciudad de ocho millones de personas y graves problemas de espacio.

Cien días después de que el fuego sagrado se apagara en el estadio de Stratford el espíritu olímpico ha desaparecido de la capital británica sin dejar, sorprendentemente, ningún tipo de rastro, a pesar de que este pasado verano se convirtió en la única ciudad del mundo en acoger la cita de los cinco aros en tres ocasiones.

"Al día siguiente ya nadie se acordaba de los Juegos. Es como si hubiera terminado cualquier otro acontecimiento". Quien habla así es una madrileña llamada Pilar, que lleva un año viviendo en Londres y que tanto en la cita olímpica como en la actualidad trabaja en el McDnald’s situado en el centro comercial más grande de Europa y que se inauguró en septiembre de 2011 al lado del parque olímpico.

Una de las consignas de la organización que más escucharon durante los años anteriores a los Juegos los arquitectos que trabajaron en proyectos olímpicos fue la de idear soluciones "sostenibles" y "útiles para las próximas generaciones", según Chris Jopson, uno de los responsables del diseño del parque olímpico. Sin embargo, esa obsesión por no dejar un legado demasiado pesado ha provocado que Londres apenas se haya transformado.

Ya durante el desarrollo de los Juegos una queja habitual era que todos aquellos lugares que no eran el barrio de Stratford no estaban viviendo la cita olímpica. "No había ambiente", asegura Olga Rodríguez, exjugadora del Espanyol de Barcelona femenino y de la selección española, que a principios de 2011 emigró a Londres, donde trabaja en una conocida tienda de deportes en Piccadilly Circus. "En lo único que lo notábamos es que había más gente y se trabajaba más".

El económico es uno de los impactos más importantes de los Juegos, tanto para lo bueno como para lo malo. En el primer aspecto está la generación de ingresos que se confirman con un dato que da Pilar: "Cada día hacíamos una caja de 40.000 euros", una cantidad que pone de manifiesto la trascendencia de los Juegos y que adquiere una mayor relevancia si se tiene en cuenta que en la misma zona de Stratford había tres establecimientos de la conocida marca de hamburgueserías y uno de ellos es el más grande del mundo. Esos números hacen que Rosa exprese rotundamente un deseo: "Yo quiero unos Juegos para Galicia". Habla así porque, aunque lleva cinco años viviendo en Londres, sigue teniendo el corazón en su tierra natal.

Rosa tiene un puesto de comida en el conocido mercado de Camden Town (en cuya estación de metro todavía hay un cartel sobre las líneas que llevaban al parque olímpico), que fue uno de los sitios más visitados por turistas y deportistas durante los Juegos. "Hubo un ambiente muy bueno, sobre todo porque se trabajó mucho, pero nada más", reconoce antes de profundizar más en el análisis: "El ambiente es como cuando hay otro evento, pero en este caso más porque son más días".

A Rosa le sucede como a Jerry, un caribeño de la pequeña isla de Aruba, que
echa en falta el espíritu olímpico. "Estaba convencido de que iban a cambiar cosas y, sobre todo, que el londinense iba a presumir de los Juegos, y ni siquiera es así".

Esa afirmación se comprueba en cualquier conversación. Olga como buena barcelonesa destaca que "20 años después, en mi ciudad se recuerdan los Juegos, pero probablemente porque cambió a la ciudad, aquí no. Lo único que varió fueron los precios de las cosas", señala, y Carmen, una madrileña que trabaja en un restaurante en Stratford, añade: "Han pasado los Juegos y los alquileres no han bajado".

Donde se nota la transformación es en Stratford, que hasta el 6 de julio de 2005 –día en el que el COI otorgó los Juegos a Londres- era un barrio marginal, con un vertedero incluido. Los canales y arroyos del East London se limpiaron a conciencia y se retiraron más de dos millones de toneladas de tierra contaminada. Y se levantaron más de 30 nuevos puentes para devolver la vitalidad humana a la zona.

Lejos de esa realidad, ahora es una superficie de 2,5 hectáreas en la que estos días cientos de operarios trabajan para reconvertirla en el parque Elizabeth II, que abrirá el próximo verano. Se plantaron 4.000 árboles y se restauraron cinco kilómetros de río. Los cañaverales, pastizales y lagunas están llenos de animales que hacía décadas no se dejaban ver por los alrededores de la capital. Además, la ampliación del río, las defensas naturales y los sistemas de drenaje han dotado a esta zona de resistencia para que se reduzcan posibles efectos del cambio climático, como el aumento del nivel del mar.

Bajo esas premisas, tan solo se mantendrán en pie cinco de los recintos que se levantaron en Strat-ford, mientras que el resto se están desmontando, entre ellos el coqueto Arena de Waterpolo, el Basketball Arena, que será vendido al comité organizador de los próximos Juegos, y las gradas del Centro Acuático.

Muchos creen que el espíritu olímpico regresará cuando abra las puertas el nuevo (en superficie algo superior a Hyde Park) Elizabeth II, mientras tanto los Juegos que el Locog (comité organizador local) quiso que inspiraran a una generación, tal como era su lema, no han inspirado, por el momento, a Londres.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Elegidas para el triunfo


CUANDO ALGUIEN tiene un sueño debe luchar por él, aunque parezca muy lejano. En un país con una escasa tradición en deportes de hielo y que no cuenta con ni un sola instalación de bobsleigh pensar en ser olímpica en esa disciplina, inicialmente, se antoja como una locura que roza la utopía para una vecina de Arcade, que junto a una asturiana, forman el primer equipo español de esta disciplina.

El sueño olímpico de Bárbara Iglesias comenzó a tomar cuerpo hace dos semanas cuando se desplazó a la ciudad austriaca de Innsbruck, una de las cunas de los deportes de invierno, para tener su primer contacto con el bobsleigh. Fue una doble experiencia. En la primera semana se dedicaron a subirse por primera vez al vólido y entrenarse, haciendo un total de 20 descensos y en la segunda semana tomaron parte en la prueba de la Copa de Europa, en la que acabaron en el vigésimo puesto.

"Me fui a Asturias desde donde arrancamos para Austria después de que Noemí (Pérez) saliera de trabajar". Tuvo que dejar su puesto de reponedora del Carrefour y todo "en plan locura" irse a vivir una experiencia soñada. Muchas incógnitas por despejar y al mismo tiempo muchas ilusiones. El largo desplazamiento en coche sirvió para que la pontevedresa conociera a su compañera con la que ahora mantiene una buena relación: "Nos llevamos bien".

Se han sentado en un bob, así se llama el ‘vehículo’ que las transporta, por casualidad, pero gran parte de la culpa la tuvo Javier Pintado, el que hace ahora las veces de entrenador. Pintado formaba parte del equipo masculino y quería montar uno femenino, así que se fijo en una chica gallega que es una habitual de las pruebas de carrilanas, donde es una de las referencias junto a su familia. Bárbara practicaba deportes de inercia, hacía ‘Ride bike’ y era piloto. Así comenzó todo, porque tiene muy claro que "estas cosas sólo se te presentan una vez en la vida y dije ¿qué hago? Y aquí estoy", comenta ilusionada.

Ilusión le sobra. Cuando llegaron a Austria, no sabían ni cómo subirse a un bob, sólo habían "entrenado el físico". Lo de ser las primeras mujeres en atreverse a hacer esto es una "gran responsabilidad" para Bárbara que "tiene muchas ganas de hacerlo bien", aunque también sus palabras tienen un poso reivindicativo porque "todavía, no nos llegamos a creer que somos pioneras. Aún nos faltan muchas cosas. Por parte de la Federación no tenemos apoyo. Deberían dar la cara por nosotras. Nos gustaría tener un sitio en España para poder entrenar. Todo está un poco en sus manos y no queremos caer en el olvido", afirma.

Apenas han entrenado una semana y los resultados son bastantes positivos: "A la hora de hacer salidas, nosotras no teníamos ni idea y tardábamos sobre siete segundos en salir a unos 20 km/hora. El resto tarda sobre cinco a unos 30. Era la primera vez que nos subíamos a un bob. Los italianos nos han enseñado ya algunas cosas. Entrenando, de 21 participantes, hemos quedado en el puesto 17, no está mal", recuerda.
 
Entre las anécdotas de los primeros días, cuentan entre risas algunas de las situaciones más graciosas que ya les han sucedido: "La primera vez que nos tiramos por el bob volcamos, pero aunque vuelques tienes que hacer igual el circuito, volcada pero lo tienes que hacer. Llegando al final hay una cuesta hacia arriba. Si vuelcas subes esa cuesta, pero tienes que esperar para bajarte, hasta el punto bajo de frenada, porque si no tu compañera se queda sola en el bob".

Para Bárbara y Noemí todo es nuevo. No disponen de medios y compiten contra equipos con estructuras extraordinarias. "Nos ha resultado muy curioso ver las furgonetas de algunos equipos, como los alemanes, que llegan con una foto enorme de todo el equipo, en una furgoneta nueva y equipada, la nuestra es una de hace 15 años (risas)".

En Austria estuvieron rodeadas de profesionales que no entienden porque llevan el nombre de España: "Lo que más nos dicen es por qué nos llamamos España si no tenemos el respaldo de la Federación española". Entre los planes de futuro de Bárbara y Noemí está "que la Federación responda, que entremos en sus planes y que nos respalde". Ambas quieren lo mismo: "Tenemos que seguir adelante como podamos, sabemos que a veces tendremos que renunciar a algunas carreras aunque nos gustaría ir a las que siguen y llegar a los Juegos. Nuestro sueño es ir a una cita olímpica", aseguran.

Para Bárbara esta experiencia "es una locura" que espera "que de frutos positivos". Comienza una larga y dura carrera que está llena de obstáculos, pero con ilusión y esfuerzo tratarán de superarlos.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Un maestro de la vida

El maestro Suh, pionero del taekwondo gallego, abrió en Pontevedra el primer gimnasio de esta arte marcial en nuestra comunidad


Probablemente el nombre de Suh Seung Yeul le diga poco a la mayoría. Sin embargo, la situación cambia considerablemente si esos tres vocablos se reducen a dos: maestro Suh, un pionero y, a la vez, una leyenda del taekwondo gallego, aunque nació a más de diez mil kilómetros de Pontevedra.

Ni él mismo podría imaginarse que en otra cultura, muy lejos de su Seúl natal, estaría su destino ideal. A los 27 años Suh Seung Yeul decidió dejarse llevar por el deseo de su maestro, Yoon, y hacer las maletas para fomentar la práctica del taekwondo en una Galicia que actualmente es la principal potencia de este deporte en España.

Los comienzos del taekwondo en nuestra comunidad están unidos a la sabiduría, ilusión, tranquilidad… de un grupo de maestros coreanos que fomentaron su práctica en diferentes localidades gallegas, pero entre todos ellos hay dos que ocupan un lugar preferencial en Pontevedra. En 1972 el maestro Yoon –desde hace 27 años vive en Canadá- abrió las puertas del que era el primer gimnasio de taekwondo en Galicia. Para ese reto escogió un bajo en el barrio del Castañal. Pronto ese lugar se convirtió en el templo de esta arte marcial, el lugar donde muchos jóvenes comenzaron a formarse como personas y a germinar sus primeros sueños.

El mismo año en el que el maestro Yoon inauguraba el primer gimnasio de taekwondo en Galicia, Suh Seung Yeul protagonizaba la principal hazaña de su espectacular carrera deportiva al proclamarse campeón del Mundo de Aikido. A Yoon le costó siete años convencer a su alumno de que viajase a Galicia, de la que poco o nada conocía; sin embargo, tardó muy poco en adaptarse, aunque los gallegos y los coreanos tengan poco en común.

Suh viajó a Galicia con su sabiduría, su tranquilidad y una personalidad que cautivó a todos los que se acercaban a él. «Siempre está al lado de los que fueron sus alumnos, aunque hayan pasado muchos años». Quien habla así es Alejandro Costado, probablemente uno de sus pupilos más especiales y que desde hace años regenta aquel mítico gimnasio en El Castañal, que a principios de los ochenta pasó a denominarse Centro Suh.

Este noveno DAN –graduación que tienen menos de cien personas en el Mundo- no solamente se asentó en Pontevedra, donde también abrió una clínica de acupuntura, sino que comenzó a expandir el taekwondo por diferentes rincones de Galicia. Su filosofía era clara. Abría un centro, lo consolidaba y posteriormente lo dejaba en manos de alguno de sus alumnos, que 33 años después se ha convertido en un motivo de orgullo. Ha formado a muchos de los actuales entrenadores gallegos como es el caso de Miguel Cortegoso o del propio Alejandro Costado. De su mano el pontevedrés Carlos Vilela se convirtió en el primer gallego que lograba un cinturón negro de la Federación Española.

Suh está en ese privilegiado, y escaso, grupo de personas cuya trascendencia no se puede reflejar en un simple palmarés, por muy brillante que sea. Algo más de tres décadas después de su llegada, Galicia juega un papel determinante en que España sea una de las principales potencias del taekwondo mundial –tres medallas de cuatro opciones en los últimos Juegos Olímpicos–. Este brillante presente se debe a la generosidad de este coreano de nacimiento, pontevedrés de adopción, que no solamente emigró a un país para continuar con su vida sino que luchó para que los demás tuvieran un mejor porvenir, tanto empresarial como personal.

Su bagaje vital, a nivel deportivo, no solamente se ciñe a las artes marciales sino también al golf, que es uno de sus principales hobbies. Lo descubrió en 1982, al igual que muchos españoles, gracias a un joven de Pedreña llamado Severiano Ballesteros, que con su flequillo al viento y su puño al cielo, puso el mundo a sus pies. Se enamoró de esta disciplina, de la que es un consumado jugador a pesar de que debido a su brutal humildad le cueste decir que tiene un hándicap cuatro, algo de lo que pocas personas pueden presumir. Su carácter emprendedor hizo que en los años ochenta comenzara a luchar por dotar a la provincia de un campo de 18 hoyos -por aquel entonces solamente había dos de nueve-. Esa ilusión fructificó a mediados de los noventa con la construcción del paradisiaco Ría de Vigo en Domaio, pero le faltaba un sueño que se hizo realidad el 10 de julio de 1999 cuando el culpable de que se enamorara del golf, Seve Ballesteros, piso la instalación de la ladera del monte Sasán para disputar un match play con otra leyenda, el sudafricano Gary Player.

Siendo fiel al significado de su nombre en coreano, ‘despacio’, pero sin pausa, Suh fue construyendo una historia de amor con una ciudad, una tierra y sus gentes porque como reza la leyenda de un cuadro que habita en su despacho, la felicidad consiste en hacer felices a los demás, y de eso este coreano-pontevedrés es todo un maestro.

lunes, 22 de octubre de 2012

Los sueños no se tocan

Lance es culpable. Ya no hay vuelta atrás. El informe de la Usada es tan demoledor que a la UCI no le ha quedado más remedio que dictar sentencia o, a lo mejor, es que lo estaba deseando. Con toda su fuerza ha caído sobre el ciclista americano para no dejar ninguna duda sobre su posible implicación en todo el caso, probablemente eso es lo que piensen sus dirigentes, pero no el resto de mortales. Pat McQuaid ha dejado claro que para él, ahora, el americano es un mentiroso, sin embargo, hace algún tiempo –cuando la sospecha también acuciaba al excorredor- no tuvo problemas en aceptar una cuantiosa donación por parte de su fundación.

El derrumbe del americano es la demostración de que el sistema antidopaje y directivo del ciclismo mundial no solamente no funciona, sino que está corrupto. Si es verdad, no cabe la opción de la duda, todas las acusaciones sobre el americano también está manchada la UCI. Una vez más, un caso de dopaje, en esta ocasión es todavía más complejo, empieza y termina en el ciclista, cuando realmente lo que está en entredicho es absolutamente todo el sistema.

Lance Armstrong no ha dado positivo ni una sola vez, sin embargo sí lo han hecho algunos de sus principales lugartenientes, que ahora se han transformado en delatores, eso hace pensar mal.

El ciclismo necesita una absoluta regeneración. Hoy es Lance, ayer fue Ullrich, anteayer Marco Pantani… y desgraciadamente todo sigue igual. Que siete ediciones del Tour se queden sin ganador no es lo peor. Lo grave es que por culpa de las mentiras de Armstrong y la complicidad de la UCI, uno de los mejores patrocinadores en la historia del ciclismo (Rabobank) se ha marchado.

Lance y la UCI han vuelto a golpear a un deporte, cuya leyenda está fraguada en el esfuerzo; en la superación en los días de sol o en los de tormenta. Esa épica la podrán marchar, pero nunca nos la podrán robar porque solamente pertenece a aquellos que cuando cierran los ojos sus sueños se suben a una bici. Esfuerzo, sudor, constancia… son palabras que siempre estarán ligadas a este deporte por muchos Armstrong que se crucen en el camino.

domingo, 21 de octubre de 2012

El capitán del rugby pontevedrés

Antonio Lemos no solo es más que una leyenda del Mareantes sino el guía espiritual de un deporte

Algunas de las cosas más importantes de la vida suelen suceder en los momentos más inesperados y, en muchas ocasiones, de manera casual. Quién le iba a decir a Antonio Lemos que el día que se encontró a un grupo de chavales camino del campo de A Xunqueira con un balón oval de rugby aquello iba a ser no solamente el inicio de un gran relación sino también de un modus operandi y el nacimiento de un deporte, que fiel a sus raíces románticas, es imprescindible en el día a día de la capital de las Rías Baixas.

Vilagarciano de nacimiento, pontevedrés deportivamente hablando, y ciudadano de España porque, debido primero a sus estudios y posteriormente a su trabajo, ha vivido en numerosos lugares de la geografía española.

Fue en una de sus primeras ‘paradas’ cuando nació en él el gusanillo del rugby. Fue casi una obligación. Se trasladó a Zaragoza a estudiar una carrera universitaria y en aquella facultad el ‘deporte de truhanes’ era imprescindible. Le enseñaron a jugar con aquel balón que no era redondo, pero lo más importante es que le enseñaron una forma de vivir, unos valores a los que se ha mantenido fiel y que ha ido inculcando siempre que ha tenido una mínima oportunidad.

Lemos se enganchó al rugby para toda la vida. La camiseta de aquel equipo zaragozano que competía en la liga aragonesa fue la primera que vistió. Fue el inicio de una larga carrera deportiva totalmente amateur, pero cuando era destinado a otra ciudad lo primero que hacía era averiguar dónde había un club de rugby, por ello militó en el Náutica de Mallorca o en el Filosofía de Madrid con el que llegó a jugar en la División de Honor.

1988 fue un año absolutamente crucial para el rugby gallego y para todos aquellos que formaban su familia. Diferentes excendidos del Universitario de Santiago -cuna de este deporte en nuestra comunidad, aunque no es el club más antiguo- crearon varios equipos. De esa manera nació Os Ingleses de Vilagarcía o el Mareantes de Pontevedra. Fue un habitual de la selección gallega con la que debutó en Cantabria en 1986 y una década después aceptó ser presidente de la federación autonómica durante dos años porque su deporte lo necesitaba.Fue un día de otoño de ese crucial año cuando Lemos iba en coche con su mujer cerca de A Xunqueira y al ver a un grupo de chavales con un oval se detuvo, se bajó del vehículo y le dijo a su esposa que lo recogiera en tres horas, lo siguiente fue acercarse a aquellos chicos para pedirles jugar. Cuando respondieron afirmativamente no sabían que estaban encontrando su guía particular, su capitán eterno; los pilares en los que se cimentarían sus incipientes sueños rugbísticos.

Un cuarto de siglo después, Antonio Lemos Mariño sigue siendo el capitán, no deportivo sino espiritual, del Mareantes, porque hay honores que se ganan con los años que no se pierden cuando uno, por una cuestión de la edad, tiene que retirarse de la primera línea de batalla.

Lemos es el Mareantes y el rugby en una única persona. Fiel a los ideales de un deporte de truhanes jugado por caballeros, porque ganar o perder es secundario cuando por medio está el respeto a una manera de vivir y a unos valores, esos que inculcó a aquellos jóvenes que transformaron el paseo hacia A Xunqueira en el viaje de sus vidas.

lunes, 15 de octubre de 2012

Nacido para ser rey

Alberto González Camba, pese a que se retiró hace 25 años, es el piloto con más títulos de campeón autonómico de montaña.

La pasión por la velocidad y la gasolina le viene de familia. Hace un par de años recordaba con añoranza que su padre había competido en numerosas gincanas de motos y, como cualquier otro niño, comenzó a tomar como referencia todo lo que hacía su progenitor. Pese a eso, inicialmente encontró el rechazo de los suyos a que se dedicara al automovilismo por una cuestión de seguridad y, por lo tanto, de proteccionismo, aunque posteriormente fueron sus primeros seguidores cuando este pontevedrés de adopción comenzó a hacerse un nombre en el motor gallego.

Hace ya un cuarto de siglo que sus coches dejaron de rugir; sin embargo, nadie olvida las hazañas de Alberto González Camba, que llegó a ser todo un mito en el automovilismo gallego, del que ahora es una leyenda. A pesar de que han pasado 25 años desde su retirada sigue siendo el piloto gallego de montaña que tiene mejor palmarés gracias a sus siete títulos en el Campeonato Autonómico y sus 77 triunfos parciales, aunque también fue una vez subcampeón regional de la combinada rally-montaña.

Su inmenso palmarés lo adornan victorias en las subidas de montaña más prestigiosas de España en una época en la que estas pruebas eran un auténtico acontecimiento. Cabe recordar las miles de personas que edición tras edición presenciaban citas como la de Almofrei.

‘Alberto González Camba, uno de los pilotos más prometedores de España’, rezaba una revista especializada de la época o ‘Alberto González Camba, unha luz no neboeiro’, titulaba un periódico portugués después de verlo ganar en tierras lusas con su pilotaje descarado. Son publicaciones que reflejan la trascendencia de un campeón artesanal, porque no solamente se dedicaba a conducir con maestría su coche, sino que en muchas ocasiones era su propio mecánico.

Su leyenda la forjó cuando las carreteras se elevaban; sin embargo, también destacó en los rallys. Curiosamente, la primera competición automovilística en la que tomó parte fue uno de ellos, el Rías Bajas, a los mandos de un Alpine 1800 con el desaparecido Manolo Ardao como copiloto. Aunque participó en numerosas carreras de esa modalidad, realmente lo que más le gustaba era la subida porque «era otra manera de pilotar», recuerda con emoción.

González Camba arrasó allá por donde pasó. Ganó subidas en todos los rincones de Galicia, desde Almofrei hasta Verín. Acumula récords que difícilmente se igualarán y momentos inolvidables. La subida a Manzaneda la ganó en dos ocasiones en categorías diferentes, primero con un Alpine y posteriormente con un fórmula con la carretera llena de nieve. Unas condiciones imposibles para un coche de esas características; sin embargo, no solamente terminó, sino que lo hizo en primera posición, poniendo ruedas de agua y quitándole el morro al coche para que no golpease contra el suelo.

Su trayectoria triunfal comenzó en mayo de 1976 con un Fórmula Hispacar 1430 en la subida lucense a O Veral. Fueron doce años de triunfos. Cuando se pregunta por él a alguno de los que fueron sus rivales, estos reconocen que «lo suyo llegó a ser como lo de Schumacher». Su fama fue tal que hubo una época en la que pilotos de otras regiones españolas venían a Galicia para poder medirse a él. Otro de los triunfos que recuerda con más cariño es el conseguido en la ‘Rampa de Falperra’, en Braga, que era uno de las más importantes del calendario internacional y en la actualidad es puntuable para la Copa de Europa.

Tantos kilómetros y horas de coche por las viejas carreteras para competir unos pocos minutos acabaron con la paciencia del rey de la montaña. Los incentivos podían estar fuera, pero no había dinero porque los presupuestos se disparaban.

Las diferencias mecánicas de su era con la actualidad eran inmensas. Los coches eran copias de los Fórmula 1, pero de cuando competía Jim Clark, en los años 60. Eso no impidió que 25 años después nadie le haya superado.

Una gran mentira

A muchos, la semana pasada, se les cayó un mito como consecuencia del detallado y severo informe de la Usada sobre las supuestas prácticas dopantes de Lance Armstrong, debido a la confesión de los que han sido sus compañeros y cómplices cuando el americano arrasaba en el Tour de Francia.

Aquellos que ahora delatan al exciclista se hicieron millonarios con él. Durante más de un lustro impusieron una dictadura en el pelotón internacional. Lance fue el amo del ciclismo. Él era el que decidía el que ganaba o no. Cuando se escapaba alguno que no le gustaba daba orden de cazarlo y cuando alguien se salía de su redil lo ataca publicamente como con Alberto Contador en una París-Niza. Su palmarés le hacía pensar que estaba en el derecho de hacerlo.

Ahora sus cómplices hablan, pero ninguno devuelve el dinero que han ganado a cuenta del americano, que como parte de su estrategia siempre tuvo contentos a los suyos. Supo rodearse de una Guardia Pretoriana -algunos como los españoles le siguen siendo fiel- que lo aislaba de los demás. Fue el gran capo.

El americano no me gustaba, independientemente de que ahora se demuestre que lo suyo, a nivel ciclista, era una gran mentira. No estoy de acuerdo con su manera de correr porque le hizo un gran daño al ciclismo. Lance no fue el mejor corredor del mundo; como mucho el que más veces ha ganado el Tour de Francia, pero sus calendarios están ahí.

Se especializó en una prueba -la más importante- y eso obligó a que sus rivales también lo hicieran. Induráin, Anquetil o Merck fueron más grandes que él, incluso Bugno o Chiapucci a pesar de que nunca conquistaron el Tour de Francia.

Los delatores se han preocupado de pactar con la Usada su tranquilidad, tanto los que ya se han retirado como aquellos que están en activo y que se aseguraron poder correr el último Tour de Francia.

La foto de una época

FRED McCULLIN dijo una vez que «la fotografía no puede cambiar la realidad, pero sí puede mostrarla». Existen imágenes que reflejan una época y marcan a una generación o, mejor dicho, a generaciones, porque da igual la edad de los que la contemplan.

Y si una imagen vale más que mil palabras, hubo una hace 29 años que no necesitaba explicación. Hace diez días la muerte de Erhard Wunderlich sorprendió a todos. A los que tienen menos de 30 años probablemente su nombre no les diga nada, pero a los de más de 30 sí, porque el alemán no solamente fue uno de los mejores jugadores de la historia del balonmano mundial, sino también el primer gran extranjero que recaló en la liga española.

El lateral germano era toda una leyenda en su país y el FC Barcelona, que por aquella época vivía a la sombra del Atlético de Madrid, se hizo con sus servicios gracias a que le firmó un contrato extraordinario para aquel entonces: 25 millones de pesetas (150.000 euros) por cada una de las cuatro temporadas por las que fichó procedente del potentísimo Gummerbarch, aunque solamente estuvo una (83-84) debido a su carácter.

Prácticamente al mismo tiempo que el club azulgrana anunciaba la contratación de la estrella germana, la Sociedad Deportiva Teucro lograba un heroico segundo ascenso a la División de Honor (ahora Liga Asobal) de su historia. Con un equipo formado por jugadores pontevedreses y entrenado por Julio Latas, con Toño Puga como preparador físico, se codeó con los grandes.

El balonmano en aquel entonces era un acontecimiento de masas en Pontevedra. Cada partido era una verdadera fiesta y, pese a los resultados negativos en la máxima categoría, la afición nunca dio la espalda al equipo azul. Todos los encuentros en el Municipal fueron citas excepcionales, pero hubo dos visitas muy recordadas: la del Atlético de Madrid –esa temporada ganó la liga- y la del FC Barcelona, que en ese ejercicio conquistó su primera Recopa.


La visita del FC Barcelona, en la séptima jornada, fue todo un acontecimiento. Provocó la que está considerada como la mejor entrada en un partido del Teucro, con más de seis mil personas en el Municipal, y dejó para la posteridad una imagen que es más que una simple fotografía. Representa la hazaña de un humilde grupo de jugadores que fue capaz de llegar a la élite y codearse con los mejores. El Teucro tenía de presupuesto (once millones de las antiguas pesetas) menos de la mitad de lo que el
Barça le pagaba a Wunderlich. Toda esa campaña fue una lucha entre David y Goliat.

Al final del partido el legendario ‘Rafa hijo’ fotografió para la eternidad al extremo teucrista Miguel Pérez, conocido deportivamente como Pucho, con la estrella alemana: el 1.68 y medio del pontevedrés contra el 2.04 del germano, que no solamente destacaba por sus cualidades como jugador sino también por su aspecto físico. Sin embargo, esa imagen comenzó a fraguarse la noche anterior en un conocido bar de la calle Sarmiento llamado el ‘Golpe’, que era el templo del barcelonismo, aunque cuando el conjunto azulgrana perdía los que más acudían allí eran los madridistas.

«En aquella época íbamos bastante al ‘Golpe’ y también al Entroido porque Tomás, que era su dueño, era nuestro delegado. Ese día fuimos por allí y nos encontramos al entrenador del Barça, a Roca (Miguel), a algunos directivos y también a algunos jugadores, entre los que estaba Wunderlich. Nos presentaron y hablamos un rato. Manolo, que era el dueño del Golpe, era un acérrimo del  Barça y también estaba Rafa el fotógrafo, por lo que quedamos que al día siguiente nos haríamos una foto», recuerda con añoranza Miguel Pérez.

Ambos cumplieron con su palabra tras el partido en el que ‘Pucho’, pese a su estatura con respecto al alemán, le hizo una mixta extraordinaria en una segunda parte muy recordada porque el parcial fue de 17-18, mientras que al descanso se llegó con un contundente 7-19. «La foto se hizo en los vestuarios, por eso el alemán está sin zapatillas», explica el exteucrista.

La fotografía –de la que solamente hay dos copias- fue ampliada y presidió el Bar Golpe hasta su cierre –ahora hay en el local un kebab-. Desde allí contempló el paso del tiempo, viendo cómo muchos se detenían delante de ella a la vez que reseteaban su memoria para revivir los momentos en los que unos guerreros vestidos de azul luchaban contra todo, independientemente del tamaño.

La imagen -está de actualidad esto días por la muerte de uno de sus protagonistas- es más que dos jugadores posando después de la ‘batalla’, es el reflejo de una época, testigo silencioso con el que crecieron muchas generaciones de pontevedreses.

domingo, 7 de octubre de 2012

Un triunfo de Alejandro Blanco

A estas alturas de la película está bastante claro que en la elección de la sede de unos Juegos Olímpicos poco o nada importa el porcentaje de realización del proyecto o la candidatura. En 2005 fue elegida Londres con una idea virtual y algo semejante sucedió en 2009 con Río de Janeiro, que jugó la baza del sentimiento.

Cuando fue la elección de la capital británica, Sebastián Coe desempeñó un papel determinante. Las 24 horas anteriores al día de al elección fueron claves.

Madrid juega su baza. Aprendió la lección. Ha puesto al frente de sus ilusiones a un hombre del olimpismo, que habla de tú a tú con el resto de presidentes de comités nacionales y con los miembros del COI. Es una cuestión de convencerlos, existe un altísimo porcentaje de juego político y de lobby. El poder hispano va en aumento o, mejor dicho, su situación ha mejorado.

Estos días se produjo una noticia que ha pasado desapercibida, pero que probablemente sea clave en el lenguaje olímpico. Europa va a dejar de ser el único continente que no tiene unos juegos deportivos propios. Un viejo proyecto se hace realidad y el culpable es el presidente del COE, Alejandro Blanco, que es el que más ha trabajado por el mismo. Es un triunfo doble porque Blanco no solamente ha sacado adelante el proyecto, sino que ha conseguido que la primera sede sea Azerbaiyán, lo que significa ganarse el favor de ese país y de una zona clave, teniendo en cuenta que una de las rivales de Madrid es Estambul.

Dentro de once meses en Buenos Aires –sede de la asamblea del COI en la que se decidirá la sede olímpica de 2020- podrá suceder cualquier cosa, pero por ahora España, con Alejandro Blanco al frente, está jugando perfectamente un partido clave para nuestro país, porque acoger los Juegos significa un impulso económico brutal, un mensaje de confianza extraordinario y rentabilizar una inversión ya realizada.

La treboada perfecta

La gimnasia en Pontevedra sería imposible de entender sin la figura de alguien que en los años 80 se enamoró de la ciudad del Lérez.

La vida está llena de casualidades, aseguran, aunque realmente muchas de las cosas que se definen así son buscadas. Pequeños detalles adquieren una trascendencia absoluta con el paso del tiempo. En esta definición encaja este madrileño de nacimiento que se enamoró de la gimnasia, como muchos de su generación, gracias a Joaquín Blume, un genio al que un accidente aéreo le arrebató un extraordinario palmarés, pero no la eternidad.

Pablo Hinójar, su alumno aventajado y continuador de su trabajo, dejó para la posteridad una elocuente frase que explica perfectamente la transcendencia que tuvo para la mayoría de los deportistas que Paco Sáez se cruzara en sus caminos. «Nos cambió la vida», dijo. Pese a la trascendencia de las palabras, su mayor relevancia no radica en las letras, sino en la forma y desde donde las dijo. No fueron pronunciadas por la boca, sino desde el lugar en el que se construyen los sentimientos y se forjan los cariños y el respeto: el corazón.

La historia comenzó hace algo más de 25 años cuando este madrileño de nacimiento y de crianza hasta ese momento, se enamoró, junto a su mujer, de la Ría de Pontevedra la primera vez que la vio, allá por 1986 cuando, ejerciendo sus profesiones de profesores, participaron en un campamento de verano en el que ahora es el colegio Abrente de Portonovo. Regresaron al año siguiente y al siguiente, hasta que en 1989 surgió una oportunidad que, a la larga, cambió sus vidas. La institución escolar a la que estaban vinculados, el colegio Sek, se estableció en Poio y decidieron solicitar una plaza porque era la ocasión de ir a la tierra que les había enganchado. Un cuarto de siglo después, este educador por devoción no tiene ningún reparo en asegurar que vivir en Pontevedra es un regalo.

Sin embargo, lo que fue un regalo para el deporte pontevedrés fue su aparición a principios de los noventa. Su pasión por la actividad física, su altruismo, su afán por ayudar… hicieron que no tardara mucho en involucrarse en lo que más sabía: fomentar la práctica del deporte y, especialmente, la gimnasia, a la que había dedicado su vida desde muy niño, primero como practicante y posteriormente como entrenador.

En aquel momento comenzaban a funcionar las escuelas deportivas municipales, en cuyo programa estaba la gimnasia. Ese fue el germen no solamente de un club, sino de la importancia de una disciplina que históricamente ha sido maltratada en Pontevedra -tiene contraída una histórica deuda con ella- a pesar del elevado número de practicantes, clubes y brillantes resultados.

Sin pedir nada a cambio puso a disposición de todos su sabiduría y su humildad. Sus ganas de trabajar y su vocación. Les enseñó a sus niños que el deporte es una forma de vida, que uno no solamente es deportista cuando practica una modalidad, sino las 24 horas del día.

Con unos recursos paupérrimos llegaron los resultados. Un mito viviente de la
gimnasia llamado Jesús Carballo –diez Juegos Olímpicos a sus espaldas- quedó asustado de las condiciones en las que practicaban gimnasia los niños pontevedreses; sin embargo, eso no fue impedimento para que el Treboada fuera haciéndose un nombre en Galicia.

Su legado es infinito porque no es material, sino conceptual. Construyó un pensamiento deportivo. Fomentó hábitos saludables y defendió la cultura del esfuerzo porque enseñó que luchando cada día un poco más, sin relajarse ni un solo segundo, los obstáculos más grandes se pueden superar.

Paco Sáez fue para la gimnasia una tormenta de pasión porque contagió su sabiduría y lucha a todos aquellos que la quisieron, por ello nunca el nombre de un club –fue uno de los fundadores del Treaboada, que hasta su llegada se llamaba Trevoa- definió tan bien la trascendencia de uno de sus creadores.

lunes, 1 de octubre de 2012

La niña del chándal rosa

Cuando José Vicente Hernández convirtió (septiembre de 2006) en cuatro vocablos la palabra baloncesto, perfectamente podría estar pensando en una niña que 16 años antes apareció en su primer entrenamiento con el Arxil en la vieja pista del Aneja vestida con un chándal rosa.



Llevaba tan solo unos cuantos meses en Pontevedra, donde había recalado procedente de Salamanca acompañando a su familia por los compromisos laborables de su padre. Dos años antes había comenzado su relación con el baloncesto porque sus 185 centímetros –lo mismo que mide ahora- no pasaron desapercibidos para los promotores de una operación de altura, que hicieron en los centros de enseñanza de la capital charra.

La mezcla del color del chándal con su altura, hizo que 22 años después en el club pontevedrés todavía se recuerde aquella imagen, aunque en gran parte también porque aquella niña risueña que acudiera a entrenar -con la temporada ya en marcha- animada por una compañera de clase, acabó convirtiéndose en una de las jugadoras más importantes que ha tenido el CB Arxil en su extensa y brillante trayectoria.

El de Cándida Navarro Llorca -conocida popularmente como Candy Navarro- es un claro ejemplo de que alguien puede querer a muchas tierras sin renunciar a ninguna de ellas. Nació hace 37 años en la localidad alicantina de Alcoy, pero pasó su infancia en Salamanca antes de trasladarse a Pontevedra, donde inició su aventura baloncestística, que le llevó de nuevo a la capital charra, posteriormente a Madrid y finalmente hace una década a Hondarribia, donde vive actualmente. Sin embargo reconoce, con cierta emoción, que se siente pontevedresa porque a la ciudad del Lérez acude siempre que puede a rendir visita a su madre y su hermano y porque como jugadora de baloncesto se creó en la cantera del Arxil.

Su altura fue una de sus principales tarjetas de visita, pero a eso le añadió destreza y movilidad. Un cóctel que hizo que clubes importantes del baloncesto femenino español se fijaran en ella. El primero de ellos fue el Xerox –actualmente Celta- y su amor al Arxil hizo que ambas entidades se vinculasen porque esa temporada como juvenil jugó con las pontevedresas y como sénior con las olívicas con las que disputó la LF y el torneo europeo de la Copa Ronchetti.

Otro grande en el que militó fue el Viajes Halcón, donde coincidió con otra chica que también comenzaba su flamante trayectoria, Amaya Valdemoro. Ha sido una trotamundos del baloncesto porque también jugó en el Inelga de Vilagarcía, en el Tres Cantos, en el Coimbra de Portugal, en Ecuador y en el Hondarribia, además del Arxil en dos etapas diferentes.

Pese a su larga trayectoria, el Arxil siempre ha sido clave. Tras siete años fuera de su ciudad de acogida regresó al club que le dio a conocer. Ayudó a que el equipo sénior arxilista viviera la mayor etapa de esplendor porque disputó tres fases de ascenso a la máxima categoría y ascendió a la Liga Femenina Dos. Su rendimiento vestida de verde hizo que el pujante Hondarribia apostara fuertemente por alguien que no podía imaginarse, cuando recaló en el club vasco, que estaba iniciando una de las etapas más importantes de su vida porque allí -donde es una ídolo- conoció al que ahora es su marido y padre de su recién nacido.

Su vida ha sido el ba-lon-ces-to como dijo Pepu Hernández. Se siente en deuda con él porque "me ha dado amigas, a mi marido, a mi hijo, unos estudios, he conocido mundo…", asegura, pero se olvida que el baloncesto ha sido afortunado por haber encontrado a una niña que creció amando una canasta a la que nunca ha dejado de querer.

lunes, 17 de septiembre de 2012

La nueva pandemia deportiva del siglo XXI

La muerte súbita de una persona joven y aparentemente sana es un hecho que produce un gran impacto social y familiar, sobre todo si tiene lugar durante la práctica deportiva. El desplome del jugador de 14 años del Salgueiriños Club de Fútbol, Álex Meira, que durante varios días estuvo entre la vida y la muerte, reabre el debate sobre este tipo de situaciones.


Los jóvenes, y especialmente los deportistas por su estilo de vida, son el paradigma de la salud. Es por esto que la muerte súbita (MS) de un joven deportista tiene un efecto desolador y llega a ser percibida por la sociedad como algo ilógico.

Cuando surgen este tipo de situaciones se plantea cuáles deben ser las exploraciones médicas a las que ha de someterse una persona antes de realizar un deporte. Un estudio publicado hace tres años señala cómo un programa de revisión que detecta problemas cardíacos ocultos puede reducir la muerte súbita de los atletas.

Aunque en general su incidencia es baja (dos casos por 100.000 habitantes/año), llega a ser hasta 2,5 veces superior comparada con la población no deportista de igual edad. El riesgo aumenta con el incremento del pico máximo de esfuerzo, con el nivel de competición y con el tipo de deporte realizado, y el fútbol y el ciclismo son los deportes más frecuentemente implicados.

En los últimos tiempos, la muerte súbita se está convirtiendo en algo habitual en los terrenos de juego. Fernando Huelin, jefe del servicio médico del Centro Galego de Tecnificación Deportiva, asegura que muchos de estos problemas se evitarían si se llevaran a cabo chequeos médicos más exhaustivos.

En un estudio publicado por la editorial Elsevier se recuerda que no existe una definición estandarizada de muerte súbita cardíaca, la mayoría de los investigadores la definen como el fallecimiento que se produce de forma natural, no violenta e inesperada, que tiene lugar en el plazo de una hora tras el inicio de los síntomas en aquellos casos presenciados, en sujetos que realizan sus actividades habituales en el momento del suceso fatal.

Por lo que respecta a las muertes no presenciadas, el fallecido debe haber sido visto por última vez con vida y en situación estable (habiendo descartado todas las causas no cardíacas potencialmente mortales) 24 horas o menos antes de hallarlo muerto. Tras una muerte súbita en un deportista caben varias cuestiones: ¿cuál fue la causa de la muerte? ¿Pudo haberse prevenido? ¿Pueden sus familiares estar afectados por la misma enfermedad?

La muerte súbita no es una enfermedad, sino el síntoma de una enfermedad subyacente. La etiología cardiovascular supone con mucho la causa más frecuente de MS en jóvenes atletas, y la miocardiopatía hipertrófica es la etiología más prevalente en la mayoría de registros.

El doctor Juan José García Cota, médico del Celta y de la selección española, ante el caso de Álex Meira reconoció que «no es extraño que sucedan este tipo de situaciones en las categorías inferiores, pues también suele haber algún caso en profesionales, que son futbolistas que están sometidos a muchos controles». Recuerda el doctor que «hay patologías cardíacas de todo tipo, y a veces en cualquier despiste que puedas tener, incluso teniendo a mano buenos medios, no se descubre».

En los últimos tiempos el número de deportistas fallecidos por problemas cardíacos ha aumentado de manera exponencial. Estos problemas siempre tienen una base patológica de complicada detección que, en opinión de Montero, se pueden clasificar en cuatro problemas bien diferenciados: «aneurisma de aorta creciente, síndromes de hipertrofia del ventrículo izquierdo, displasia arritmogénica del ventrículo derecho y malformaciones coronarias».

Desde que comenzó este siglo, más de quince jugadores de élite de todo el mundo han fallecido por desvanecimiento, bien durante un partido, bien durante un entrenamiento.

En España, además de Puerta y Jarque, debe recordarse el epiodio sufrido por el madridista Rubén de la Red durante el encuentro ante el Real Unión de Irún, del que se pudo recuperar, aunque no ha podido volver a jugar al fútbol desde entonces, o el del jugador del Salamanca Miguel García, que también se retiró, al igual que el futbolista de la Premier League Fabrice Muamba. Sergio, portero de ElPozo Murcia, también tuvo que retirarse por un problema cardíaco.

En esta siniestra lista también pueden nombrase a jugadores como Catalin Hildan (Dinamo de Bucarest), Vladimir Dimitrijevic (Estrella Roja), Charles Ocheaga Esheku (Bengal Mumbai), Michalis Michael (Onisilos Sotiras), Marcio Dos Santos (Deportivo Wanka), Marc Vivien Foe (Manchester City), Max (Botafogo), Andrei Pavistski (Arsenal Kiev), Serginho (Sao Caetano), Miklos Feher (Benfica), Hugo Cunha (Uniao Leiria), Mohamed Abdelwahab (Al Ahly) y Sixto Rojas (Atlético Trinidense).

domingo, 16 de septiembre de 2012

Nos hundimos

Cuando llegan los Juegos Olímpicos nos rasgamos las vestiduras. Nos quejamos de la ausencia de medallas y nos ponemos nerviosos según pasan las jornadas y no llegan. Pocos lo entienden porque los resultados en los deportes mediáticos nos tapan la vista y no permiten observar la realidad global, esa que nos coloca en un lugar bastante lejano de la élite del deporte mundial.

Los recortes hacen que estemos en una situación peor que antes de los Juegos de Barcelona 92, y eso es mucho decir. Es verdad que hay más inversión que antes de la gran cita, pero también es cierto que lo mismo sucede con el resto de países, o por lo menos aquellos que son algo en el panorama deportivo mundial.

Vivimos en un país sin una política deportiva clara. Muchas -más de las deseadas- de las medallas de Londres 2012 son un auténtico milagro. Son consecuencia de generación espontánea, del talento de nuestros compatriotas y no de un trabajado detallado y claro. En esa categoría podíamos colocar al waterpolo, a la lucha…

Que este país está en una situación delicada nos lo recuerdan cada cinco minutos, pero algo bueno tendremos. No debemos tirar todo, y la medida del CSD nos coloca en una situación difícil, aunque no es el único culpable de esta situación, porque la gestión de la mayoría de las federaciones deja mucho que desear.

Hace unos años nos metimos de lleno en la carrera por conseguir eventos de primer nivel. Lo pedimos absolutamente todo y nos los dieron porque nadie lo quería. En otros países se optaba por otro tipo de gestión y el Mundial de balonmano o el de ciclismo de Ponferrada es un claro ejemplo, así como los Juegos del Mediterráneo o la Universiada de invierno.

Mejor nos iría si en vez de gastar millones de euros en fastos que dejan poco legado y muchas rémoras, invirtiéramos en crear líneas de gestión adecuadas o en potenciar los programas de tecnificación y alto rendimiento.

domingo, 9 de septiembre de 2012

El universo de La Vuelta

La organización de la ronda española es como un gigante que se mueve a diario de meta en meta y de salida en salida; comprende a casi dos mil personas que, en funciones variopintas y multiformes, contribuyen a lo que es La Vuelta por dentro.

La Vuelta a España es como una ciudad andante durante algo más de tres semanas. Es un universo propio dentro del particular universo del ciclismo, porque los ciclistas son los protagonistas. Todo gira en torno a ellos, sin los que no existiría la prueba. Ese es el pensamiento de los principales responsables de la carrera, encabezados por Javier Guillén, que tras llegar a Cutiu Negro, en vez de presumir por un final espectacular, contestó uno de los numerosos sms que recibió asegurando que «nosotros solo proponemos ideas nuevas y los ciclistas son los grandes culpables de lo que pasa en la carretera. Sin ellos no hay espectáculo». Una respuesta que recoge la filosofía de una prueba que vive un momento de esplendor impensable hace algo más de una década, cuando agonizaba.

Además de los grandes protagonistas, los 198 corredores que empezaron en Pamplona, en total se mueven 200 agentes, entre policías y guardias civiles que viajan con la carrera, más los que hay cada día en los lugares por donde pasa La Vuelta.

La infraestructura, la intendencia y la logística se planifica con tiempo. Así, por ejemplo, la salida de Ponteareas se empezó a montar la tarde anterior y la meta en Sanxenxo comenzó a instalarse a las siete de la mañana del día de la llegada.

A las diez se comienza a pintar el suelo y a las once ya tiene que estar todo terminado, las vallas puestas, las pancartas, las señalizaciones y toda la logística. Hay que vallar, marcar recorridos, desplazar camiones y, todo eso, hacerlo con mucho tiempo.

Los montadores de meta son siempre los primeros. Al llegar a Os Ancares no había nada, «aquello parecía Marte», dijo aquel día Marino Oscoz, coordinador de la zona de meta. Hay jornadas en que la llegada se termina de desmontar pasadas las 9 de la noche. En Valdezcaray, a esa hora, aún se seguía trabajando. Después, hay que bajar todo el material, con los atascos y los apuros de los camiones para virar en los puertos.

En el departamento de montajes trabajan algo más de 200 personas, que se reparten en los equipos de salida, llegada, señalización, catering, transmisiones… que están bajo la supervisión de Pedro Lezaun, responsable de producción de La Vuelta y uno de los dos ‘bastones’ en los que se apoya el director general, el otro es Pablo López Baraja, director comercial de la carrera.

El papel de Lezaun es clave. Sin él sería casi imposible entender el nuevo concepto de La Vuelta. De él dependen los finales, cualquiera en su puesto sería conservador, pero él es ambicioso porque sabe que la progresión de la carrera pasa obligatoriamente por innovar de manera permanente. La primera llamada que realizó Javier Guillén cuando pisó el mirador de Ézaro fue a él. A pesar de que estaba de vacaciones, a los cuatro días estaba visitándolo para saber si era posible hacer allí una llegada. Casi nunca tiene un no como respuesta, y no porque sea un temerario, sino porque se involucra hasta límites insospechados para transformar en viable lo que de antemano se antoja como imposible.

En los coches de carrera viajan montadores, azafatas, comisarios, doctores, etc. La Vuelta tiene seis médicos que se van turnando. Hasta ayer estaban Pedro Sanz, Juan Mari Irigoyen y Txomin Grande, que se incorporaron el día de descanso en Pontevedra. Igual atienden la caída de un corredor que la indisposición de un periodista. Tienen muchas vueltas e infinidad de anécdotas para narrar.

Sin contar los relacionados con los equipos y con la prensa, el parque móvil está compuesto por un centenar de coches, entre ellos 35 camiones, tanto para la salida como en la llegada. Su desplazamiento, en ocasiones, es una odisea por los difíciles accesos de algunos finales, como sucedió este año con el Coll de la Gallina, donde no pudo subir ninguna plataforma. Mover tanto y tan a menudo tiene sus anécdotas. Durante la carrera se producen circunstancias inesperadas para todos.

La Vuelta es tan gigante que cuenta hasta con un avión que actúa de repetidor para garantizar la cobertura de los canales que usan los jueces, la organización, la dirección de carrera y radio vuelta. Despega diez minutos antes de que comience la etapa y comparte el espacio aéreo con cuatro helicópteros, uno de TVE, otro de la organización destinado para relaciones públicas, uno de la Guardia Civil y otro para telecomunicaciones.

 La Vuelta a España es un gigante cuya agilidad se pone a prueba todos los días. Una maquinaria pesada. Una obra con muchos actores y figurantes entre bambalinas.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Recuerdos de una visita histórica

La selección española absoluta visita hoy por segunda vez en su historia el campo de Pasarón. Lo hace 46 años de haberse enfrentado al equipo suizo del Wiener en plena preparación del inminente Campeonato del Mundo de Inglaterra.

‘La Roja’ visita hoy por segunda vez el estadio de Pasarón. Lo hará 46 años después de la anterior presencia y, curiosamente, al igual que ahora, ‘La Roja’ era la vigente campeona de Europa después de derrotar dos años antes, en la final disputada en el Bernabéu, a la Unión Soviética gracias al legendario gol del gallego Marcelino.
¿Pero fue el del 29 de junio del 66 el único partido disputado por España en Pasarón? Aquel día la selección se enfrentó al equipo austríaco del Wienner, en el último encuentro antes de la disputa del Mundial, que empezó dos semanas más tarde. Sin embargo, no fue el único choque en Pontevedra de las huestes de José Luis Villalonga, en las que figuraban futbolistas legendarios como Luis Suárez, el pontevedrés Armando Ufarte, Marcelino, Zoco, Iribar, Joan Peiró, Sanchís, Fusté, Del Sol, Marcelino o Gento, que fue autor de dos de los cinco goles de España sobre el conjunto alpino.
La presencia de España en Pasarón se debió a que escogió Galicia para preparar la cita mundialística, en concreto Santiago de Compostela, donde estableció su cuartel general, pero se entrenó en diferentes ciudades como Vigo o A Coruña, donde jugó amistosos ante selecciones nacionales. El de Pontevedra fue un partido contra un club; por ello, para el cómputo para las internacionalidades de un jugador no cuenta, ya que se otorga cuando defienden los colores de su selección frente a otra selección nacional y no ante un equipo.
El resultado final fue de 5-0 con dos goles de Paco Gento y uno de Amancio, Pirri, y Del Sol. El campo registró un ambiente excepcional con casi diez mil personas en las gradas.
El encuentro contra el Wienner tuvo momentos intensos protagonizados por una selección que estaba preparando el Mundial que se jugó en Inglaterra y en el que no pudo pasar la fase de grupo después de enfrentarse a Suiza, Argentina y Alemania Federal, que acabó siendo segunda.
Cinco días después de aquel encuentro, ‘La Roja’ regresó a Pasarón para jugar un nuevo encuentro amistoso -definido por la prensa de aquel entonces como de entrenamiento- que contó con árbitro. Fue un triangular en el que participó el Coruxo (le ganó por 8-0 con cuatro goles de Peiró, dos de Ufarte, uno de Suárez y otro de Lapetra), que acababa de brillar en la Copa Galicia y el Orense (terminó 2-0 a favor de la selección), pero no fue el único, ya que dos días después volvió a disputar un encuentro de las mismas características, teniendo como adversario a un Atlético Pontevedrés, que contó con el refuerzo de varios jugadores de la primera plantilla del club granate, que por aquel entonces estaba en Primera División, en concreto los hermanos Roldán, Iglesias y Norat, y la portería fue defendida por el internacional Betancort, que era el suplente de Iribar en ‘La Roja’.
32 años después de la disputa del España-Wienner, una selección de este país volvió a jugar en Pasarón. Fue el martes 24 de marzo de 1998 cuando la sub 21 se enfrentó a Suecia en su proceso de preparación del Europeo de la categoría, que acabaría ganando en verano.
Era una selección de jóvenes promesas como Guti, el portero Arnau, López Rekarte, Juanfran, Celades, Benjamín, Víctor o Iván, que en el minuto 6 fue el autor del único gol del encuentro.
El partido sirvió para que Pasarón fuera mejorado después de mucho tiempo. Se pusieron sillas a las gradas, se instalaron cabinas para la prensa y se quitaron las vallas de hierro de tribuna y preferencia.
Las sensaciones fueron tan buenas que dos años más tarde, en concreto el 26 de abril de 2000, otra selección jugó en Pasarón. Fue la sub 18 y con el dato especial de que por ahora ese fue el único partido oficial internacional que se llevó a cabo en el campo del barrio de O Burgo.
Doce años después un Pasarón totalmente cambiado acoge un nuevo partido de España, en este caso de la mejor España de la historia.