domingo, 4 de noviembre de 2012

Un maestro de la vida

El maestro Suh, pionero del taekwondo gallego, abrió en Pontevedra el primer gimnasio de esta arte marcial en nuestra comunidad


Probablemente el nombre de Suh Seung Yeul le diga poco a la mayoría. Sin embargo, la situación cambia considerablemente si esos tres vocablos se reducen a dos: maestro Suh, un pionero y, a la vez, una leyenda del taekwondo gallego, aunque nació a más de diez mil kilómetros de Pontevedra.

Ni él mismo podría imaginarse que en otra cultura, muy lejos de su Seúl natal, estaría su destino ideal. A los 27 años Suh Seung Yeul decidió dejarse llevar por el deseo de su maestro, Yoon, y hacer las maletas para fomentar la práctica del taekwondo en una Galicia que actualmente es la principal potencia de este deporte en España.

Los comienzos del taekwondo en nuestra comunidad están unidos a la sabiduría, ilusión, tranquilidad… de un grupo de maestros coreanos que fomentaron su práctica en diferentes localidades gallegas, pero entre todos ellos hay dos que ocupan un lugar preferencial en Pontevedra. En 1972 el maestro Yoon –desde hace 27 años vive en Canadá- abrió las puertas del que era el primer gimnasio de taekwondo en Galicia. Para ese reto escogió un bajo en el barrio del Castañal. Pronto ese lugar se convirtió en el templo de esta arte marcial, el lugar donde muchos jóvenes comenzaron a formarse como personas y a germinar sus primeros sueños.

El mismo año en el que el maestro Yoon inauguraba el primer gimnasio de taekwondo en Galicia, Suh Seung Yeul protagonizaba la principal hazaña de su espectacular carrera deportiva al proclamarse campeón del Mundo de Aikido. A Yoon le costó siete años convencer a su alumno de que viajase a Galicia, de la que poco o nada conocía; sin embargo, tardó muy poco en adaptarse, aunque los gallegos y los coreanos tengan poco en común.

Suh viajó a Galicia con su sabiduría, su tranquilidad y una personalidad que cautivó a todos los que se acercaban a él. «Siempre está al lado de los que fueron sus alumnos, aunque hayan pasado muchos años». Quien habla así es Alejandro Costado, probablemente uno de sus pupilos más especiales y que desde hace años regenta aquel mítico gimnasio en El Castañal, que a principios de los ochenta pasó a denominarse Centro Suh.

Este noveno DAN –graduación que tienen menos de cien personas en el Mundo- no solamente se asentó en Pontevedra, donde también abrió una clínica de acupuntura, sino que comenzó a expandir el taekwondo por diferentes rincones de Galicia. Su filosofía era clara. Abría un centro, lo consolidaba y posteriormente lo dejaba en manos de alguno de sus alumnos, que 33 años después se ha convertido en un motivo de orgullo. Ha formado a muchos de los actuales entrenadores gallegos como es el caso de Miguel Cortegoso o del propio Alejandro Costado. De su mano el pontevedrés Carlos Vilela se convirtió en el primer gallego que lograba un cinturón negro de la Federación Española.

Suh está en ese privilegiado, y escaso, grupo de personas cuya trascendencia no se puede reflejar en un simple palmarés, por muy brillante que sea. Algo más de tres décadas después de su llegada, Galicia juega un papel determinante en que España sea una de las principales potencias del taekwondo mundial –tres medallas de cuatro opciones en los últimos Juegos Olímpicos–. Este brillante presente se debe a la generosidad de este coreano de nacimiento, pontevedrés de adopción, que no solamente emigró a un país para continuar con su vida sino que luchó para que los demás tuvieran un mejor porvenir, tanto empresarial como personal.

Su bagaje vital, a nivel deportivo, no solamente se ciñe a las artes marciales sino también al golf, que es uno de sus principales hobbies. Lo descubrió en 1982, al igual que muchos españoles, gracias a un joven de Pedreña llamado Severiano Ballesteros, que con su flequillo al viento y su puño al cielo, puso el mundo a sus pies. Se enamoró de esta disciplina, de la que es un consumado jugador a pesar de que debido a su brutal humildad le cueste decir que tiene un hándicap cuatro, algo de lo que pocas personas pueden presumir. Su carácter emprendedor hizo que en los años ochenta comenzara a luchar por dotar a la provincia de un campo de 18 hoyos -por aquel entonces solamente había dos de nueve-. Esa ilusión fructificó a mediados de los noventa con la construcción del paradisiaco Ría de Vigo en Domaio, pero le faltaba un sueño que se hizo realidad el 10 de julio de 1999 cuando el culpable de que se enamorara del golf, Seve Ballesteros, piso la instalación de la ladera del monte Sasán para disputar un match play con otra leyenda, el sudafricano Gary Player.

Siendo fiel al significado de su nombre en coreano, ‘despacio’, pero sin pausa, Suh fue construyendo una historia de amor con una ciudad, una tierra y sus gentes porque como reza la leyenda de un cuadro que habita en su despacho, la felicidad consiste en hacer felices a los demás, y de eso este coreano-pontevedrés es todo un maestro.

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