lunes, 17 de septiembre de 2012

La nueva pandemia deportiva del siglo XXI

La muerte súbita de una persona joven y aparentemente sana es un hecho que produce un gran impacto social y familiar, sobre todo si tiene lugar durante la práctica deportiva. El desplome del jugador de 14 años del Salgueiriños Club de Fútbol, Álex Meira, que durante varios días estuvo entre la vida y la muerte, reabre el debate sobre este tipo de situaciones.


Los jóvenes, y especialmente los deportistas por su estilo de vida, son el paradigma de la salud. Es por esto que la muerte súbita (MS) de un joven deportista tiene un efecto desolador y llega a ser percibida por la sociedad como algo ilógico.

Cuando surgen este tipo de situaciones se plantea cuáles deben ser las exploraciones médicas a las que ha de someterse una persona antes de realizar un deporte. Un estudio publicado hace tres años señala cómo un programa de revisión que detecta problemas cardíacos ocultos puede reducir la muerte súbita de los atletas.

Aunque en general su incidencia es baja (dos casos por 100.000 habitantes/año), llega a ser hasta 2,5 veces superior comparada con la población no deportista de igual edad. El riesgo aumenta con el incremento del pico máximo de esfuerzo, con el nivel de competición y con el tipo de deporte realizado, y el fútbol y el ciclismo son los deportes más frecuentemente implicados.

En los últimos tiempos, la muerte súbita se está convirtiendo en algo habitual en los terrenos de juego. Fernando Huelin, jefe del servicio médico del Centro Galego de Tecnificación Deportiva, asegura que muchos de estos problemas se evitarían si se llevaran a cabo chequeos médicos más exhaustivos.

En un estudio publicado por la editorial Elsevier se recuerda que no existe una definición estandarizada de muerte súbita cardíaca, la mayoría de los investigadores la definen como el fallecimiento que se produce de forma natural, no violenta e inesperada, que tiene lugar en el plazo de una hora tras el inicio de los síntomas en aquellos casos presenciados, en sujetos que realizan sus actividades habituales en el momento del suceso fatal.

Por lo que respecta a las muertes no presenciadas, el fallecido debe haber sido visto por última vez con vida y en situación estable (habiendo descartado todas las causas no cardíacas potencialmente mortales) 24 horas o menos antes de hallarlo muerto. Tras una muerte súbita en un deportista caben varias cuestiones: ¿cuál fue la causa de la muerte? ¿Pudo haberse prevenido? ¿Pueden sus familiares estar afectados por la misma enfermedad?

La muerte súbita no es una enfermedad, sino el síntoma de una enfermedad subyacente. La etiología cardiovascular supone con mucho la causa más frecuente de MS en jóvenes atletas, y la miocardiopatía hipertrófica es la etiología más prevalente en la mayoría de registros.

El doctor Juan José García Cota, médico del Celta y de la selección española, ante el caso de Álex Meira reconoció que «no es extraño que sucedan este tipo de situaciones en las categorías inferiores, pues también suele haber algún caso en profesionales, que son futbolistas que están sometidos a muchos controles». Recuerda el doctor que «hay patologías cardíacas de todo tipo, y a veces en cualquier despiste que puedas tener, incluso teniendo a mano buenos medios, no se descubre».

En los últimos tiempos el número de deportistas fallecidos por problemas cardíacos ha aumentado de manera exponencial. Estos problemas siempre tienen una base patológica de complicada detección que, en opinión de Montero, se pueden clasificar en cuatro problemas bien diferenciados: «aneurisma de aorta creciente, síndromes de hipertrofia del ventrículo izquierdo, displasia arritmogénica del ventrículo derecho y malformaciones coronarias».

Desde que comenzó este siglo, más de quince jugadores de élite de todo el mundo han fallecido por desvanecimiento, bien durante un partido, bien durante un entrenamiento.

En España, además de Puerta y Jarque, debe recordarse el epiodio sufrido por el madridista Rubén de la Red durante el encuentro ante el Real Unión de Irún, del que se pudo recuperar, aunque no ha podido volver a jugar al fútbol desde entonces, o el del jugador del Salamanca Miguel García, que también se retiró, al igual que el futbolista de la Premier League Fabrice Muamba. Sergio, portero de ElPozo Murcia, también tuvo que retirarse por un problema cardíaco.

En esta siniestra lista también pueden nombrase a jugadores como Catalin Hildan (Dinamo de Bucarest), Vladimir Dimitrijevic (Estrella Roja), Charles Ocheaga Esheku (Bengal Mumbai), Michalis Michael (Onisilos Sotiras), Marcio Dos Santos (Deportivo Wanka), Marc Vivien Foe (Manchester City), Max (Botafogo), Andrei Pavistski (Arsenal Kiev), Serginho (Sao Caetano), Miklos Feher (Benfica), Hugo Cunha (Uniao Leiria), Mohamed Abdelwahab (Al Ahly) y Sixto Rojas (Atlético Trinidense).

domingo, 16 de septiembre de 2012

Nos hundimos

Cuando llegan los Juegos Olímpicos nos rasgamos las vestiduras. Nos quejamos de la ausencia de medallas y nos ponemos nerviosos según pasan las jornadas y no llegan. Pocos lo entienden porque los resultados en los deportes mediáticos nos tapan la vista y no permiten observar la realidad global, esa que nos coloca en un lugar bastante lejano de la élite del deporte mundial.

Los recortes hacen que estemos en una situación peor que antes de los Juegos de Barcelona 92, y eso es mucho decir. Es verdad que hay más inversión que antes de la gran cita, pero también es cierto que lo mismo sucede con el resto de países, o por lo menos aquellos que son algo en el panorama deportivo mundial.

Vivimos en un país sin una política deportiva clara. Muchas -más de las deseadas- de las medallas de Londres 2012 son un auténtico milagro. Son consecuencia de generación espontánea, del talento de nuestros compatriotas y no de un trabajado detallado y claro. En esa categoría podíamos colocar al waterpolo, a la lucha…

Que este país está en una situación delicada nos lo recuerdan cada cinco minutos, pero algo bueno tendremos. No debemos tirar todo, y la medida del CSD nos coloca en una situación difícil, aunque no es el único culpable de esta situación, porque la gestión de la mayoría de las federaciones deja mucho que desear.

Hace unos años nos metimos de lleno en la carrera por conseguir eventos de primer nivel. Lo pedimos absolutamente todo y nos los dieron porque nadie lo quería. En otros países se optaba por otro tipo de gestión y el Mundial de balonmano o el de ciclismo de Ponferrada es un claro ejemplo, así como los Juegos del Mediterráneo o la Universiada de invierno.

Mejor nos iría si en vez de gastar millones de euros en fastos que dejan poco legado y muchas rémoras, invirtiéramos en crear líneas de gestión adecuadas o en potenciar los programas de tecnificación y alto rendimiento.

domingo, 9 de septiembre de 2012

El universo de La Vuelta

La organización de la ronda española es como un gigante que se mueve a diario de meta en meta y de salida en salida; comprende a casi dos mil personas que, en funciones variopintas y multiformes, contribuyen a lo que es La Vuelta por dentro.

La Vuelta a España es como una ciudad andante durante algo más de tres semanas. Es un universo propio dentro del particular universo del ciclismo, porque los ciclistas son los protagonistas. Todo gira en torno a ellos, sin los que no existiría la prueba. Ese es el pensamiento de los principales responsables de la carrera, encabezados por Javier Guillén, que tras llegar a Cutiu Negro, en vez de presumir por un final espectacular, contestó uno de los numerosos sms que recibió asegurando que «nosotros solo proponemos ideas nuevas y los ciclistas son los grandes culpables de lo que pasa en la carretera. Sin ellos no hay espectáculo». Una respuesta que recoge la filosofía de una prueba que vive un momento de esplendor impensable hace algo más de una década, cuando agonizaba.

Además de los grandes protagonistas, los 198 corredores que empezaron en Pamplona, en total se mueven 200 agentes, entre policías y guardias civiles que viajan con la carrera, más los que hay cada día en los lugares por donde pasa La Vuelta.

La infraestructura, la intendencia y la logística se planifica con tiempo. Así, por ejemplo, la salida de Ponteareas se empezó a montar la tarde anterior y la meta en Sanxenxo comenzó a instalarse a las siete de la mañana del día de la llegada.

A las diez se comienza a pintar el suelo y a las once ya tiene que estar todo terminado, las vallas puestas, las pancartas, las señalizaciones y toda la logística. Hay que vallar, marcar recorridos, desplazar camiones y, todo eso, hacerlo con mucho tiempo.

Los montadores de meta son siempre los primeros. Al llegar a Os Ancares no había nada, «aquello parecía Marte», dijo aquel día Marino Oscoz, coordinador de la zona de meta. Hay jornadas en que la llegada se termina de desmontar pasadas las 9 de la noche. En Valdezcaray, a esa hora, aún se seguía trabajando. Después, hay que bajar todo el material, con los atascos y los apuros de los camiones para virar en los puertos.

En el departamento de montajes trabajan algo más de 200 personas, que se reparten en los equipos de salida, llegada, señalización, catering, transmisiones… que están bajo la supervisión de Pedro Lezaun, responsable de producción de La Vuelta y uno de los dos ‘bastones’ en los que se apoya el director general, el otro es Pablo López Baraja, director comercial de la carrera.

El papel de Lezaun es clave. Sin él sería casi imposible entender el nuevo concepto de La Vuelta. De él dependen los finales, cualquiera en su puesto sería conservador, pero él es ambicioso porque sabe que la progresión de la carrera pasa obligatoriamente por innovar de manera permanente. La primera llamada que realizó Javier Guillén cuando pisó el mirador de Ézaro fue a él. A pesar de que estaba de vacaciones, a los cuatro días estaba visitándolo para saber si era posible hacer allí una llegada. Casi nunca tiene un no como respuesta, y no porque sea un temerario, sino porque se involucra hasta límites insospechados para transformar en viable lo que de antemano se antoja como imposible.

En los coches de carrera viajan montadores, azafatas, comisarios, doctores, etc. La Vuelta tiene seis médicos que se van turnando. Hasta ayer estaban Pedro Sanz, Juan Mari Irigoyen y Txomin Grande, que se incorporaron el día de descanso en Pontevedra. Igual atienden la caída de un corredor que la indisposición de un periodista. Tienen muchas vueltas e infinidad de anécdotas para narrar.

Sin contar los relacionados con los equipos y con la prensa, el parque móvil está compuesto por un centenar de coches, entre ellos 35 camiones, tanto para la salida como en la llegada. Su desplazamiento, en ocasiones, es una odisea por los difíciles accesos de algunos finales, como sucedió este año con el Coll de la Gallina, donde no pudo subir ninguna plataforma. Mover tanto y tan a menudo tiene sus anécdotas. Durante la carrera se producen circunstancias inesperadas para todos.

La Vuelta es tan gigante que cuenta hasta con un avión que actúa de repetidor para garantizar la cobertura de los canales que usan los jueces, la organización, la dirección de carrera y radio vuelta. Despega diez minutos antes de que comience la etapa y comparte el espacio aéreo con cuatro helicópteros, uno de TVE, otro de la organización destinado para relaciones públicas, uno de la Guardia Civil y otro para telecomunicaciones.

 La Vuelta a España es un gigante cuya agilidad se pone a prueba todos los días. Una maquinaria pesada. Una obra con muchos actores y figurantes entre bambalinas.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Recuerdos de una visita histórica

La selección española absoluta visita hoy por segunda vez en su historia el campo de Pasarón. Lo hace 46 años de haberse enfrentado al equipo suizo del Wiener en plena preparación del inminente Campeonato del Mundo de Inglaterra.

‘La Roja’ visita hoy por segunda vez el estadio de Pasarón. Lo hará 46 años después de la anterior presencia y, curiosamente, al igual que ahora, ‘La Roja’ era la vigente campeona de Europa después de derrotar dos años antes, en la final disputada en el Bernabéu, a la Unión Soviética gracias al legendario gol del gallego Marcelino.
¿Pero fue el del 29 de junio del 66 el único partido disputado por España en Pasarón? Aquel día la selección se enfrentó al equipo austríaco del Wienner, en el último encuentro antes de la disputa del Mundial, que empezó dos semanas más tarde. Sin embargo, no fue el único choque en Pontevedra de las huestes de José Luis Villalonga, en las que figuraban futbolistas legendarios como Luis Suárez, el pontevedrés Armando Ufarte, Marcelino, Zoco, Iribar, Joan Peiró, Sanchís, Fusté, Del Sol, Marcelino o Gento, que fue autor de dos de los cinco goles de España sobre el conjunto alpino.
La presencia de España en Pasarón se debió a que escogió Galicia para preparar la cita mundialística, en concreto Santiago de Compostela, donde estableció su cuartel general, pero se entrenó en diferentes ciudades como Vigo o A Coruña, donde jugó amistosos ante selecciones nacionales. El de Pontevedra fue un partido contra un club; por ello, para el cómputo para las internacionalidades de un jugador no cuenta, ya que se otorga cuando defienden los colores de su selección frente a otra selección nacional y no ante un equipo.
El resultado final fue de 5-0 con dos goles de Paco Gento y uno de Amancio, Pirri, y Del Sol. El campo registró un ambiente excepcional con casi diez mil personas en las gradas.
El encuentro contra el Wienner tuvo momentos intensos protagonizados por una selección que estaba preparando el Mundial que se jugó en Inglaterra y en el que no pudo pasar la fase de grupo después de enfrentarse a Suiza, Argentina y Alemania Federal, que acabó siendo segunda.
Cinco días después de aquel encuentro, ‘La Roja’ regresó a Pasarón para jugar un nuevo encuentro amistoso -definido por la prensa de aquel entonces como de entrenamiento- que contó con árbitro. Fue un triangular en el que participó el Coruxo (le ganó por 8-0 con cuatro goles de Peiró, dos de Ufarte, uno de Suárez y otro de Lapetra), que acababa de brillar en la Copa Galicia y el Orense (terminó 2-0 a favor de la selección), pero no fue el único, ya que dos días después volvió a disputar un encuentro de las mismas características, teniendo como adversario a un Atlético Pontevedrés, que contó con el refuerzo de varios jugadores de la primera plantilla del club granate, que por aquel entonces estaba en Primera División, en concreto los hermanos Roldán, Iglesias y Norat, y la portería fue defendida por el internacional Betancort, que era el suplente de Iribar en ‘La Roja’.
32 años después de la disputa del España-Wienner, una selección de este país volvió a jugar en Pasarón. Fue el martes 24 de marzo de 1998 cuando la sub 21 se enfrentó a Suecia en su proceso de preparación del Europeo de la categoría, que acabaría ganando en verano.
Era una selección de jóvenes promesas como Guti, el portero Arnau, López Rekarte, Juanfran, Celades, Benjamín, Víctor o Iván, que en el minuto 6 fue el autor del único gol del encuentro.
El partido sirvió para que Pasarón fuera mejorado después de mucho tiempo. Se pusieron sillas a las gradas, se instalaron cabinas para la prensa y se quitaron las vallas de hierro de tribuna y preferencia.
Las sensaciones fueron tan buenas que dos años más tarde, en concreto el 26 de abril de 2000, otra selección jugó en Pasarón. Fue la sub 18 y con el dato especial de que por ahora ese fue el único partido oficial internacional que se llevó a cabo en el campo del barrio de O Burgo.
Doce años después un Pasarón totalmente cambiado acoge un nuevo partido de España, en este caso de la mejor España de la historia.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Una máquina que nunca se detiene

La Vuelta es más que tres semanas recorriendo España. Es ir de un lugar para otro deteniéndose, pero sin tiempo para disfrutar. La caravana nunca pone freno porque un equipo es como un reloj en el que hasta la más pequeña maquinaria tiene que estar engrasada para que marque bien el tiempo.

Una ciudad da la bienvenida al pelotón y sus integrantes ya están pensando en el lugar en el que al día siguiente amanecerá ese sueño llamado Vuelta a España, que convierte al lugar que visita en una fiesta, pero sin equipos no habría fiesta. El pelotón es un gran cajón en el que tienen cabida desde equipos poderosos, de los que se desconoce su presupuesto, hasta formaciones humildes que, a pesar de sus pocos recursos, luchan por un trozo de gloria, porque el ciclismo permite que el más pequeño pueda ser grande.

Pocos recursos no significa falta de seriedad ni profesionalidad, sino todo lo contrario. El Andalucía es uno de esos equipos que hace grande el ciclismo, que lucha de tú a tú contra estructuras poderosas. En el conjunto del sur de España se habla gallego porque el único ciclista de nuestra comunidad autónoma que está disputando La Vuelta viste el maillot azul de la escuadra que dirige Antonio Cabello, un exciclista que hace un lustro hizo realidad el sueño de crear un conjunto profesional y que simplemente es la punta de un gran iceberg porque, pese a que cuenta con uno de los presupuestos más bajos del pelotón, dispone de una estructura que se puede considerar única, ya que además de los ‘pros’ tiene equipos en todas las categorías hasta llegar a escuelas.

Pasan unos minutos de las cinco de la tarde y Anguita, responsable de marketing y comunicación, no quita su mirada de la televisión del autocar del Andalucía, en la que está viendo el final de la decimotercera etapa de la Vuelta a España. Muy cerca de él está sentado uno de los personajes más conocidos, históricos y queridos del ciclismo profesional, Jaime Mir, que está viviendo su 51ª ronda española y sigue con su característico pañuelo colgado del cuello. Los dos esperan el momento de acercarse hasta la línea de meta para recibir a los ciclistas, cuando la crucen comenzará otra etapa, esa que va desde el final de un recorrido hasta el comienzo de otro. Es el trabajo que no se ve. El momento de todos los integrantes del conjunto que no dan pedales y cuya vida gira en torno a los ciclistas, con la finalidad de que no les falte de nada.

Un equipo como el Andalucía mueve 25 personas, contando los nueve corredores que tomaron la salida en Pamplona el pasado 18 de agosto. La lista se completa con directores, manager general –Antonio Cabello-, masajistas, mecánicos, marketing y comunicación, auxiliares y un médico, que es otro pontevedrés, en este caso el ponteareano Manuel Pueyo, que acabó en este equipo por casualidad, según él mismo asegura, pero que reconoce que ha sido una suerte.

Apenas se ha pasado el ecuador de La Vuelta, pero la carga física es elevada porque "se está yendo muy rápido", asegura el vilagarciano Veloso, que reconoce estar feliz porque "las etapas gallegas están siendo una fiesta". Se siente orgulloso de sus paisanos: "Hemos dado una lección a todos", asegura, y está en lo cierto porque uno de los principales temas en cualquier conversación, sean quienes sean los que participen en ella, es la cantidad de gente que hay en la carretera viendo las etapas.

La conversación se produce en el autocar camino de Santa Cristina, localidad que está a unos 40 kilómetros de Ferrol y donde el equipo andaluz tiene el hotel para pasar la noche antes de ir al día siguiente a Palas de Rei, donde estará la salida de la decimocuarta jornada de la Vuelta. Por delante van los coches de equipo que conducen Antonio Cabello y el director.

Una hora más tarde ya están en el Hotel Rías Altas. El paraje asombra a todos porque está pegado a la playa, pero no hay tiempo para relajarse. Los mecánicos ya están limpiando todas las bicis y preparándolas para el día siguiente, hay más carga de trabajo porque al ser la siguiente una etapa de montaña hay que cambiar los desarrollos. El trabajo se reparte por las dependencias del hotel. Los corredores van a sus habitaciones antes de visitar la de los tres masajistas.

Bernardo es otro de los veteranos del pelotón. Lleva cerca de 25 años como masajista de equipos ciclistas y ha formado parte de escuadras como el Kelme. Es el jefe de los masajistas, una persona entrañable que los corredores buscan no solamente por sus manos mágicas, sino también por sus conversaciones. "Es un momento importante del día", explica antes de contar un secreto: "Mirándole un segundo la cara ya sé si han tenido un buen día o uno malo". A él los corredores le confiesan sus sensaciones, sus pensamientos, su estado de ánimo. "Hay unos que hablan, otros escuchan música, otros están callados. Depende del día".

El Andalucía cuenta con tres masajistas, por lo que a cada uno le tocan tres corredores, con los que emplean alrededor de 40 minutos para cada uno. El tiempo apremia porque para las nueve de la noche está establecida la cena, con un menú rico en calorías, cerca de un cincuenta por ciento, un cuarenta es de proteínas y un diez de grasa. Como buenos andaluces, no falta el aceite de oliva.

Los menús tienen acento pontevedrés porque el encargado de elaborarlos es el doctor Manuel Pueyo, otro histórico del ciclismo que hace cuatro años cayó de casualidad en la escuadra y desde el primer día la conexión con todos ha sido excepcional. Cuando los ciclistas acaban de cenar es el momento del resto de componentes del equipo. Probablemente es el momento más tranquilo del día. Hay conversaciones de todo tipo, pero el final de cada velada es muy semejante y lleva el nombre de Jaime Mir, porque después de más de medio siglo tiene ‘batallas’ para escribir más de un libro, pero escuchándole uno obtiene la conclusión de que cualquier tiempo pasado fue mejor porque recuerda que "cuando yo empezaba las maletas eran de madera y ahora vamos a hoteles extraordinarios".

La noche ya se ha apoderado del hotel. Antes de las once los ciclistas ya están en sus habitaciones y también los masajistas, que son los primeros en levantarse. Sus despertadores suenan a las siete de la mañana, ya que tienen que preparar el avituallamiento. En las bolsas los corredores llevan pastelitos, generalmente de manzana, no faltan las barritas energéticas, bollos de leche con Nutela y plátano, entre otras, así como una Coca-Cola. Si hiciera frío se sustituiría por té caliente.

Los corredores se levantan a las ocho y media de la mañana y una hora más tarde están sentados a la mesa para hacer la comida más importante del día, el desayuno. El objetivo es llenar el depósito para afrontar la etapa.

Cada ciclista emplea cerca de 40 minutos en desayunar. Hay pasta, arroz, huevos rotos, tortilla, tostadas con Nutella, fruta, café… Cada uno repite cuantas veces quiera bajo la atenta mirada de uno de los masajistas, que está pendiente de que no falte de nada. Una hora más tarde los coches ya están encendidos.

Hoy toca traslado. El hotel está a unos 90 kilómetros de la línea de salida. Rafa, conocido en el equipo como ‘El Capitán’, ya se sabe a la perfección el itinerario, ha contado con la ayuda de Gustavo César Veloso, porque el objetivo es llegar sin sorpresas a Palas de Rei. Al revés que en el viaje de Ferrol a Santa Cristina, en este caso hay conversaciones, pero cuando el autocar ya está aparcado en la zona establecida por la organización todo cambia. Todos saben que llegó el momento. Los ciclistas se visten con la ropa de faena, mientras los directores y el manager comentan los últimos detalles. Cuando bajen del autocar ya no volverán, por delante tienen 150 kilómetros.

Se cierra el autocar porque nadie puede molestar. Dentro están los corredores, los directores, algunos masajistas y el periodista que contempla como Cata analiza con sus ciclistas lo sucedido el día anterior. El tono de la conversación no es elevado, no hay una palabra más alta que otra, pero hay cierto enfado porque "tenéis que estar más atentos". El hombre del equipo para la etapa es Adrián Palomares y el objetivo es meterse en la fuga. Hay un corredor a vigilar, el francés David Moncutie, el rey de la montaña de La Vuelta en los últimos años. Saben que no es jornada para ellos porque es un día importante para ‘los gallos’ del pelotón, pero lo intentarán. Una vez dada la salida uno de los primeros mensajes de radio vuelta confirma que el exalimenticio Palomares se ha metido en la que está llamada a ser la fuga del día.

 
‘Purito’ ha sido el primero en cruzar la meta a pesar de que Adrián Palomares estuvo fugado más de 100 kilómetros, pero el ciclismo es así. En la meta, como una madre esperando a que sus hijos salgan del colegio, está esperando a los corredores Bernardo. Paco Anguita está atento a su cámara, los auxiliares preparados para iniciar el descenso porque espera otro traslado hasta León. Así es la vida de un equipo, nunca se detiene. Como escribió el poeta, hacen camino al andar, pero en este caso a base de dar pedales encima de un caballo con ruedas, donde construyen los sueños, porque los pequeños también tienen derecho a soñar.