domingo, 9 de septiembre de 2012

El universo de La Vuelta

La organización de la ronda española es como un gigante que se mueve a diario de meta en meta y de salida en salida; comprende a casi dos mil personas que, en funciones variopintas y multiformes, contribuyen a lo que es La Vuelta por dentro.

La Vuelta a España es como una ciudad andante durante algo más de tres semanas. Es un universo propio dentro del particular universo del ciclismo, porque los ciclistas son los protagonistas. Todo gira en torno a ellos, sin los que no existiría la prueba. Ese es el pensamiento de los principales responsables de la carrera, encabezados por Javier Guillén, que tras llegar a Cutiu Negro, en vez de presumir por un final espectacular, contestó uno de los numerosos sms que recibió asegurando que «nosotros solo proponemos ideas nuevas y los ciclistas son los grandes culpables de lo que pasa en la carretera. Sin ellos no hay espectáculo». Una respuesta que recoge la filosofía de una prueba que vive un momento de esplendor impensable hace algo más de una década, cuando agonizaba.

Además de los grandes protagonistas, los 198 corredores que empezaron en Pamplona, en total se mueven 200 agentes, entre policías y guardias civiles que viajan con la carrera, más los que hay cada día en los lugares por donde pasa La Vuelta.

La infraestructura, la intendencia y la logística se planifica con tiempo. Así, por ejemplo, la salida de Ponteareas se empezó a montar la tarde anterior y la meta en Sanxenxo comenzó a instalarse a las siete de la mañana del día de la llegada.

A las diez se comienza a pintar el suelo y a las once ya tiene que estar todo terminado, las vallas puestas, las pancartas, las señalizaciones y toda la logística. Hay que vallar, marcar recorridos, desplazar camiones y, todo eso, hacerlo con mucho tiempo.

Los montadores de meta son siempre los primeros. Al llegar a Os Ancares no había nada, «aquello parecía Marte», dijo aquel día Marino Oscoz, coordinador de la zona de meta. Hay jornadas en que la llegada se termina de desmontar pasadas las 9 de la noche. En Valdezcaray, a esa hora, aún se seguía trabajando. Después, hay que bajar todo el material, con los atascos y los apuros de los camiones para virar en los puertos.

En el departamento de montajes trabajan algo más de 200 personas, que se reparten en los equipos de salida, llegada, señalización, catering, transmisiones… que están bajo la supervisión de Pedro Lezaun, responsable de producción de La Vuelta y uno de los dos ‘bastones’ en los que se apoya el director general, el otro es Pablo López Baraja, director comercial de la carrera.

El papel de Lezaun es clave. Sin él sería casi imposible entender el nuevo concepto de La Vuelta. De él dependen los finales, cualquiera en su puesto sería conservador, pero él es ambicioso porque sabe que la progresión de la carrera pasa obligatoriamente por innovar de manera permanente. La primera llamada que realizó Javier Guillén cuando pisó el mirador de Ézaro fue a él. A pesar de que estaba de vacaciones, a los cuatro días estaba visitándolo para saber si era posible hacer allí una llegada. Casi nunca tiene un no como respuesta, y no porque sea un temerario, sino porque se involucra hasta límites insospechados para transformar en viable lo que de antemano se antoja como imposible.

En los coches de carrera viajan montadores, azafatas, comisarios, doctores, etc. La Vuelta tiene seis médicos que se van turnando. Hasta ayer estaban Pedro Sanz, Juan Mari Irigoyen y Txomin Grande, que se incorporaron el día de descanso en Pontevedra. Igual atienden la caída de un corredor que la indisposición de un periodista. Tienen muchas vueltas e infinidad de anécdotas para narrar.

Sin contar los relacionados con los equipos y con la prensa, el parque móvil está compuesto por un centenar de coches, entre ellos 35 camiones, tanto para la salida como en la llegada. Su desplazamiento, en ocasiones, es una odisea por los difíciles accesos de algunos finales, como sucedió este año con el Coll de la Gallina, donde no pudo subir ninguna plataforma. Mover tanto y tan a menudo tiene sus anécdotas. Durante la carrera se producen circunstancias inesperadas para todos.

La Vuelta es tan gigante que cuenta hasta con un avión que actúa de repetidor para garantizar la cobertura de los canales que usan los jueces, la organización, la dirección de carrera y radio vuelta. Despega diez minutos antes de que comience la etapa y comparte el espacio aéreo con cuatro helicópteros, uno de TVE, otro de la organización destinado para relaciones públicas, uno de la Guardia Civil y otro para telecomunicaciones.

 La Vuelta a España es un gigante cuya agilidad se pone a prueba todos los días. Una maquinaria pesada. Una obra con muchos actores y figurantes entre bambalinas.

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