domingo, 16 de septiembre de 2012

Nos hundimos

Cuando llegan los Juegos Olímpicos nos rasgamos las vestiduras. Nos quejamos de la ausencia de medallas y nos ponemos nerviosos según pasan las jornadas y no llegan. Pocos lo entienden porque los resultados en los deportes mediáticos nos tapan la vista y no permiten observar la realidad global, esa que nos coloca en un lugar bastante lejano de la élite del deporte mundial.

Los recortes hacen que estemos en una situación peor que antes de los Juegos de Barcelona 92, y eso es mucho decir. Es verdad que hay más inversión que antes de la gran cita, pero también es cierto que lo mismo sucede con el resto de países, o por lo menos aquellos que son algo en el panorama deportivo mundial.

Vivimos en un país sin una política deportiva clara. Muchas -más de las deseadas- de las medallas de Londres 2012 son un auténtico milagro. Son consecuencia de generación espontánea, del talento de nuestros compatriotas y no de un trabajado detallado y claro. En esa categoría podíamos colocar al waterpolo, a la lucha…

Que este país está en una situación delicada nos lo recuerdan cada cinco minutos, pero algo bueno tendremos. No debemos tirar todo, y la medida del CSD nos coloca en una situación difícil, aunque no es el único culpable de esta situación, porque la gestión de la mayoría de las federaciones deja mucho que desear.

Hace unos años nos metimos de lleno en la carrera por conseguir eventos de primer nivel. Lo pedimos absolutamente todo y nos los dieron porque nadie lo quería. En otros países se optaba por otro tipo de gestión y el Mundial de balonmano o el de ciclismo de Ponferrada es un claro ejemplo, así como los Juegos del Mediterráneo o la Universiada de invierno.

Mejor nos iría si en vez de gastar millones de euros en fastos que dejan poco legado y muchas rémoras, invirtiéramos en crear líneas de gestión adecuadas o en potenciar los programas de tecnificación y alto rendimiento.

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