lunes, 15 de octubre de 2012

Una gran mentira

A muchos, la semana pasada, se les cayó un mito como consecuencia del detallado y severo informe de la Usada sobre las supuestas prácticas dopantes de Lance Armstrong, debido a la confesión de los que han sido sus compañeros y cómplices cuando el americano arrasaba en el Tour de Francia.

Aquellos que ahora delatan al exciclista se hicieron millonarios con él. Durante más de un lustro impusieron una dictadura en el pelotón internacional. Lance fue el amo del ciclismo. Él era el que decidía el que ganaba o no. Cuando se escapaba alguno que no le gustaba daba orden de cazarlo y cuando alguien se salía de su redil lo ataca publicamente como con Alberto Contador en una París-Niza. Su palmarés le hacía pensar que estaba en el derecho de hacerlo.

Ahora sus cómplices hablan, pero ninguno devuelve el dinero que han ganado a cuenta del americano, que como parte de su estrategia siempre tuvo contentos a los suyos. Supo rodearse de una Guardia Pretoriana -algunos como los españoles le siguen siendo fiel- que lo aislaba de los demás. Fue el gran capo.

El americano no me gustaba, independientemente de que ahora se demuestre que lo suyo, a nivel ciclista, era una gran mentira. No estoy de acuerdo con su manera de correr porque le hizo un gran daño al ciclismo. Lance no fue el mejor corredor del mundo; como mucho el que más veces ha ganado el Tour de Francia, pero sus calendarios están ahí.

Se especializó en una prueba -la más importante- y eso obligó a que sus rivales también lo hicieran. Induráin, Anquetil o Merck fueron más grandes que él, incluso Bugno o Chiapucci a pesar de que nunca conquistaron el Tour de Francia.

Los delatores se han preocupado de pactar con la Usada su tranquilidad, tanto los que ya se han retirado como aquellos que están en activo y que se aseguraron poder correr el último Tour de Francia.

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