lunes, 15 de octubre de 2012

La foto de una época

FRED McCULLIN dijo una vez que «la fotografía no puede cambiar la realidad, pero sí puede mostrarla». Existen imágenes que reflejan una época y marcan a una generación o, mejor dicho, a generaciones, porque da igual la edad de los que la contemplan.

Y si una imagen vale más que mil palabras, hubo una hace 29 años que no necesitaba explicación. Hace diez días la muerte de Erhard Wunderlich sorprendió a todos. A los que tienen menos de 30 años probablemente su nombre no les diga nada, pero a los de más de 30 sí, porque el alemán no solamente fue uno de los mejores jugadores de la historia del balonmano mundial, sino también el primer gran extranjero que recaló en la liga española.

El lateral germano era toda una leyenda en su país y el FC Barcelona, que por aquella época vivía a la sombra del Atlético de Madrid, se hizo con sus servicios gracias a que le firmó un contrato extraordinario para aquel entonces: 25 millones de pesetas (150.000 euros) por cada una de las cuatro temporadas por las que fichó procedente del potentísimo Gummerbarch, aunque solamente estuvo una (83-84) debido a su carácter.

Prácticamente al mismo tiempo que el club azulgrana anunciaba la contratación de la estrella germana, la Sociedad Deportiva Teucro lograba un heroico segundo ascenso a la División de Honor (ahora Liga Asobal) de su historia. Con un equipo formado por jugadores pontevedreses y entrenado por Julio Latas, con Toño Puga como preparador físico, se codeó con los grandes.

El balonmano en aquel entonces era un acontecimiento de masas en Pontevedra. Cada partido era una verdadera fiesta y, pese a los resultados negativos en la máxima categoría, la afición nunca dio la espalda al equipo azul. Todos los encuentros en el Municipal fueron citas excepcionales, pero hubo dos visitas muy recordadas: la del Atlético de Madrid –esa temporada ganó la liga- y la del FC Barcelona, que en ese ejercicio conquistó su primera Recopa.


La visita del FC Barcelona, en la séptima jornada, fue todo un acontecimiento. Provocó la que está considerada como la mejor entrada en un partido del Teucro, con más de seis mil personas en el Municipal, y dejó para la posteridad una imagen que es más que una simple fotografía. Representa la hazaña de un humilde grupo de jugadores que fue capaz de llegar a la élite y codearse con los mejores. El Teucro tenía de presupuesto (once millones de las antiguas pesetas) menos de la mitad de lo que el
Barça le pagaba a Wunderlich. Toda esa campaña fue una lucha entre David y Goliat.

Al final del partido el legendario ‘Rafa hijo’ fotografió para la eternidad al extremo teucrista Miguel Pérez, conocido deportivamente como Pucho, con la estrella alemana: el 1.68 y medio del pontevedrés contra el 2.04 del germano, que no solamente destacaba por sus cualidades como jugador sino también por su aspecto físico. Sin embargo, esa imagen comenzó a fraguarse la noche anterior en un conocido bar de la calle Sarmiento llamado el ‘Golpe’, que era el templo del barcelonismo, aunque cuando el conjunto azulgrana perdía los que más acudían allí eran los madridistas.

«En aquella época íbamos bastante al ‘Golpe’ y también al Entroido porque Tomás, que era su dueño, era nuestro delegado. Ese día fuimos por allí y nos encontramos al entrenador del Barça, a Roca (Miguel), a algunos directivos y también a algunos jugadores, entre los que estaba Wunderlich. Nos presentaron y hablamos un rato. Manolo, que era el dueño del Golpe, era un acérrimo del  Barça y también estaba Rafa el fotógrafo, por lo que quedamos que al día siguiente nos haríamos una foto», recuerda con añoranza Miguel Pérez.

Ambos cumplieron con su palabra tras el partido en el que ‘Pucho’, pese a su estatura con respecto al alemán, le hizo una mixta extraordinaria en una segunda parte muy recordada porque el parcial fue de 17-18, mientras que al descanso se llegó con un contundente 7-19. «La foto se hizo en los vestuarios, por eso el alemán está sin zapatillas», explica el exteucrista.

La fotografía –de la que solamente hay dos copias- fue ampliada y presidió el Bar Golpe hasta su cierre –ahora hay en el local un kebab-. Desde allí contempló el paso del tiempo, viendo cómo muchos se detenían delante de ella a la vez que reseteaban su memoria para revivir los momentos en los que unos guerreros vestidos de azul luchaban contra todo, independientemente del tamaño.

La imagen -está de actualidad esto días por la muerte de uno de sus protagonistas- es más que dos jugadores posando después de la ‘batalla’, es el reflejo de una época, testigo silencioso con el que crecieron muchas generaciones de pontevedreses.

2 comentarios:

  1. Reloj a cero antes del descanso y falta a favor del Barca: el Teucro coloca barrera pero en ella, no se sabe por qué misteriosa razón, incluyen a Pucho. Wunderlich aprovecha la escasa altura de Pucho (runner habitual en A Xunqueira, por cierto) y coloca el balón por la escuadra.
    Había mucho humo en el pabellón aquel día y quizás el que ordenó a Pucho colocarse allí también estaba cegado por el humo.

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  2. Q gran recuerdo. Y sobre todo, no sólo por la maravillosa defensa de un pequeño gran jugador, si no por el gran ambiente q rodeaba al balonmano en aquellos años, en Pontevedra.

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