fuerza y con añoranza, porque el 4 de abril de 1965 en el Stadium Gal de Irún el equipo de Pasarón lograba el punto necesario para regresar, tras un año en Segunda, a Primera División.
Casi dos años antes el Pontevedra había protagonizado su mayor hazaña al consumar el ascenso a Primera gracias al ‘gol del ajo’ de Rafa Ceresuela, que dio paso a una efímera temporada en el reino de los grandes. En Irún los granates hacían realidad el deseo de toda una ciudad. La aspiración de la vuelta a la élite se hacía realidad, aunque en cierto modo era previsible por la trayectoria del equipo durante la liga.
La base del equipo se había cimentado la temporada anterior, la de Primera, y en ese ejercicio se vio reforzada con varios jugadores que marcaron una época en el conjunto pontevedrés. Las altas junto a los que continuaban conformaron un equipo imbatible que logró ante el Osasuna (4-0) la mayor goleada de esa temporada como local y frente al Hospitalet (0-3) la mayor como visitante.
Esos resultados hicieron que cuando restaban dos jornadas para la conclusión del campeonato de la regularidad se garantizase matemáticamente el primer puesto del grupo Norte de Segunda División y de esa manera el ascenso directo a Primera División en forma de leyenda, porque daba la sensación de que aquello era simplemente el anticipo de algo más grande. Los que lo pensaron no se equivocaron, porque la ciudad enloqueció con un lustro para la eternidad gracias a un ¡Hai que roelo! que clavó un puñal desafiante sobre la mesa de los poderosos, negándose a seguir la partida desde la sombra.
Todo lo vivido no sería posible sin el ascenso logrado en Irún. Dejó de ser Atila para convertirse en ¡Hai que roelo! y comenzar a fraguar una leyenda que sobrevive al paso del tiempo.
Reportaje publicado el 3 de abril de 2015 en Diario de Pontevedra