domingo, 7 de septiembre de 2014

Asteroide humano

Miguel Induráin, se convertía hace 20 años -se cumplieron el pasado martes- en el velódromo de Burdeos, en el corredor mas rápido de la historia en dar pedales durante una hora. Una hazaña que ampliaba, todavía más, la leyenda de uno de los mejores ciclistas del mundo.




‘ASTEROIDE HUMANO’. Así tituló Diario de Pontevedra, a toda página, su portada del 3 de septiembre de 1994, un día después de que Miguel Induráin, el fenómeno deportivo de aquel entonces, agrandara su leyenda batiendo el récord de la hora. Un logro que se tomó como la culminación de la carrera de un ciclista que acumulaba cuatro tours de Francia y dos giros de Italia.

El navarro, con su revolucionaria bicicleta que se bautizó como ‘Espada’, recorrió 53,04 kilómetros en una hora, aunque su récord estuvo vigente muy poco tiempo. Solo dos meses después, el suizo Tony Rominger, que nunca pudo vencerle en una gran vuelta, se sacaba la espinita y al menos batía a Induráin sobre el velódromo, que lo intentaría una segunda vez al año siguiente en Colombia, sin éxito, en el que sería el comienzo del declive en su carrera.

Los 53,040 kilómetros recorridos por Induráin en Burdeos están considerados como una marca que ya entonces, en 1994, se estimó que quedaba por debajo de las posibilidades reales del ciclista navarro.

Antes de intentar el récord, Miguel Induráin se sometió a una prueba de esfuerzo en el laboratorio que determinó que su potencia máxima era de 572 vatios, que su potencia en el umbral láctico (antes de que la acumulación de lactato en la sangre produzca la fatiga insuperable), era de 505 vatios (dato excepcional), y que con esa potencia, con el corazón latiendo a 183 pulsaciones por minuto y los músculos gastando 5,65 litros de oxígeno por minuto, la velocidad que debería alcanzar durante un buen rato sería de 52,8 kilómetros por hora. Estos datos coincidían, con pequeñas variaciones, con los conseguidos en otra prueba realizada no sobre bicicleta estática, sino en un velódromo. El día que batió el récord de la hora, Induráin desplegó una potencia de 509,5 vatios, nada menos que un 17% más de lo calculado.  Esos registros hacen que el navarro sea considerado como el número uno del ranking histórico del récord de la hora.

El gran Eddy Merckx, a principios de los 70 y el italiano Francesco Mosser, en 1984, fueron los últimos grandes ciclistas que consiguieron ser los más rápidos después de una hora dando vueltas en un velódromo. Pero con la aparición de Graeme Obree en 1993, el récord de la hora volvió a ponerse de moda. El ‘escocés volador’  revolucionó esta prueba al participar con una bicicleta creada por él mismo y con una postura bastante extraña sobre la misma. Batió el record de la hora en dos ocasiones, arrebatándoselo en esta seguida ocasión a Chris Boardman, aunque curiosamente jamás dio el salto al ciclismo profesional.

La segunda marca establecida por Obree fue la que el 2 de septiembre de 1994 batió Miguel Induráin en el velódromo de Burdeos, que en el primer lustro de los noventa se convirtió en el lugar de peregrinación del récord de la hora. No en vano, allí fue donde Rominger, dos meses después del registro del pentacampeón del Tour, le arrebató el registro.

Y cuando parecía que nadie iba a poder arrebatarle ese récord, volvió Chris Boardman en 1996 y el gran contrarrelojista británico, campeón mundial de la disciplina en 1994, llegó a superar la barrera de los 56 kilómetros usando el mismo estilo que en su día utilizó Obree sobre la bicicleta.

Después llegó el vacío y posteriormente la prohibición de la UCI. Todos los récords desde Merckx en adelante fueron cancelados porque se usaron materiales y bicicletas revolucionarias, convirtiendo la prueba en una guerra tecnológica en lugar de una lucha de esfuerzo humano.  Los registros logrados con ‘bicicletas tecnológicas’ fueron englobados en una nueva categoría denominada ‘Mejor esfuerzo humano’.


Y así, sin ningún elemento que favoreciera la aerodinámica, Chris Boardman batió al ‘caníbal’  Merckx en el año 2000. Su récord se mantuvo vigente hasta 2005, cuando se consiguió la marca que ahora mismo se considera como oficial, los 49’7 kilómetros que consiguió el ciclista checo Ondrej Sosenka, un ciclista ya retirado que fue más veces noticia por el dopaje que por sus éxitos como profesional.

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