Pocos equipos son tan fiables en el deporte de alta competición como la selección española de fútbol sala
Cinco últimos Mundiales y otras tantas finales, en dos de
ellas levantó el máximo trofeo. Ese es el balance de una selección española que
ayer se quedó a las puertas de conseguir un nuevo título universal. Un bagaje
que cualquier equipo firmaría y de nuevo perdió una final peleando hasta el
último suspiro. Hace cuatro años cayó en la tanda de penalties y ayer, a menos
de 20 segundos para la conclusión de la prórroga.
La fiabilidad de ‘La Roja’ de fútbol sala es envidiable. 16
años al máximo nivel, algo que ni si quiera ha podido firmar Brasil, a la que
España apeó de la final en 2004. El fútbol sala de alta competición ya no es un
deporte de mínimos. Cada vez son más los países que son una referencia. El
estar siempre luchando por los títulos desvirtúa los méritos, especialmente en
un país como el nuestro, pero la trayectoria del equipo español es
absolutamente envidiable.
Hace 15 años se decía que verdaderas potencias había cuatro
o cinco, pero este deporte ha evolucionado, tanto en cantidad como en calidad.
El Mundial que terminó ayer lo disputaron 20 selecciones, de las cuales cinco o
seis pueden dar un disgusto a España o Brasil en cualquier momento. En Europa,
Rusia, Italia, Ucrania, Portugal y España son lo referentes actualmente, hace
algo una década había una gran distancia entre Rusia y España y el resto. El
mérito radica que mientras los demás viven ciclos, nosotros nos mantenemos en
la élite. España ha disputado la final –ganó seis- de siete de lo ocho Europeos
celebrados y en el Mundial nunca se ha bajado del podio.
El éxito cotidiano hace que no se valore en su justa medida
los logros. Si España se pasara un tiempo sin luchar por el título en las
grandes citas, el día que lo volviera a hacer nos daríamos cuenta de lo mucho
que cuesta estar siempre en la élite.
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