domingo, 26 de agosto de 2012

Támara Echegoyen, cuando no vale rendirse

Gracias a su constancia, la pontevedresa se ha convertido en la mejor regatista de la historia de la vela de Galicia

Rendirse no está en el diccionario particular de una regatista que nació en la única provincia gallega sin mar (Ourense), pero que muy de niña se trasladó junto a su familia a Pontevedra, donde vive a caballo con Cotobade, donde los suyos tienen una casa.  Constancia y objetivos son otras dos palabras que figuran en rojo en su libreta. Lo segundo lo hace para establecerse metas y lo primero para trabajar sin bajar brazos. «No para hasta que logra lo que se propone», aseguraba una amiga suya en el que, seguro, ha sido el día más importante de su carrera deportiva, el pasado 11 de agosto, cuando se colgó la medalla de oro de la clase match race en los Juegos de la XXX Olimpiada.

El primer contacto de Támara Echegoyen con la vela se produjo en Sanxenxo con tan solo cinco años, aunque a nivel de competición comenzó un poco más tarde, cuando sus padres la inscribieron en la escuela del Real Club de Mar de Aguete, en la que estaba su hermano, que participaba en pruebas de la clase Cadete y que tuvo que abandonar por culpa de su tamaño.

Como cualquiera que empieza tuvo su primer contacto con un barco con un Optimist, pero la pontevedresa es un producto puro de la clase más exitosa de la vela gallega, la Vaurien, en la que mantuvo una trayectoria cargada de victorias. Logró importantes éxitos, ya que se proclamó tricampeona mundial (2001, 2002 y 2005) y bicampeona de Europa (2000 y 2004). Sin embargo, ha regateado en todo tipo de categorías, entre ellas la de Platú 25, en la que fue cuarta en el Mundial de 2008 y subcampeona ibérica en 2007 y 2009.

Licenciada en INEF, empezó a navegar en Optimist y Cadete y luego llegó al Vaurien, que para ella «fue mi rampa para las clases olímpicas. La campaña de Pekín la empecé en Laser Radial, pero luego decidí pasar al 470», explica alguien que cuando se quedó fuera de la cita china reconoció que se había llevado un palo muy duro.

Participar en unos Juegos siempre era una ilusión, pero Echegoyen no se conformaba con ello porque desde el día que garantizó su presencia en Londres dejó claro que su siguiente objetivo era una medalla. Como casi todo en su vida, le costó conseguir su sueño. En la primera ocasión, el destino le jugó una mala pasada, porque tras acariciar la opción de estar en Pekín, finalmente se quedó fuera del equipo. Fue en 2006 cuando dio el salto a la vela olímpica, porque fue incluida en la preselección española para preparar los Juegos de 2008 en la clase 470, aunque finalmente perdió la elección. Ese día se propuso un reto: ir a unos Juegos para conseguir medalla. Cuatro años después hizo realidad ese sueño, aunque antes tuvo que recorrer un tortuoso camino.

Con una medalla de oro olímpica colgada del cuello ya piensa en el futuro, porque una vez más tiene que superar obstáculos. La ISAF ha decidido excluir del programa de los Juegos el match race y cualquier regatista con un éxito tan importante en el palmarés se dedicaría a otra cosa, pero ella no, porque la palabra rendirse no existe para ella. Su destino es el de luchar hasta el límite para hacer realidad su sueño.

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